27 dic 2010

EL PAÍS SUBTERRÁNEO DE KUSTURICA

La guerra es un factor común de lucha de territorios y poderes que existe prácticamente desde el origen de las conciencias y la famosa búsqueda de libertades. Las hay Mundiales, en las que pelea medio planeta y termina afectando al Globo completo, las hay fronterizas, que dan de comer a los periodistas y dan de sufrir a los habitantes de pequeños pueblos que no tienen ni la culpa, las hay Civiles, que castigan un corto territorio por diferencias que ante la lógica terminan siendo estúpidas. Y gracias a la guerra se sostienen negocios armamentistas, parlamentos, políticas dictatoriales y "democracias", y logran ser factor de inspiración y de repudio para la opinión, las artes y el pensamiento colectivo. Allí perfectamente cabe el cine. Y Emir Kusturica.

El país subterráneo de Kusturica

Pocos filmes logran excavar la radiografía histórica de una guerra como aquel inolvidable Underground (1995) de este inquieto director europeo, criado musulmán convertido al cristianismo, nacido bosnio y auto proclamado serbio. Entretanta diferencia multicultural, la urgencia de exponer su versión de los hechos se hizo visible después de haber soportado la división de la antigua Yugoslavia y ver las brutalidades cometidas por los ejércitos de sus antiguas repúblicas en la Guerra de los Balcanes. Su talento innegable y su capacidad para estallar en sollozos de hilaridad le produjeron la inquietud de trabajar en conjunto con el guión adaptado de Dusan Kovacevic y comenzar a crear un país metafórico enterrado En y Por la historia.

Un país tan maltratado como Yugoslavia merecía un enfoque tragicómico que le hiciera posible una redención de sus propias huellas. Y Kusturica lo logra con un divertimento de dos horas cuarenta que esconde tras situaciones hilarantes una visión del desdén étnico, del insaciable ansia de poder y gloria, y de la manipulación perversa que se trae la conveniencia personal. Todo plasmado en tres partes que se resumen en una palabra: Guerra.


Blacky, Natalia y Marko, en fiesta bajo tierra


TIERRA DE NAZIS

La invasión nazi es el inicio del filme en un Belgrado marcado por los proyectiles provenientes tanto de los alemanes como de los aliados. Marko y Blacky son amigos comunistas que quieren la liberación de su país y al tiempo trafican armas. Mientras retumban las columnas de las casas en la ciudad por el impacto de la pólvora, el delirio de la fiesta está omnipresente como la cara amable de la guerra con una banda de metales que se mantiene como animadora frenética de la desgracia y la desesperanza. Los nazis entretanto se toman despacio la ciudad y consolidan su poder.

Entre fiestas, chanzas, algo de humor físico que bien podría provocar varios hematomas en los intérpretes hay burla constante de todo un entorno marcado por el drama bélico: Los orgasmos de Marko son cohetes listos para reventar una ciudad entera; las torturas eléctricas a un electricista como Blacky son lluvia sobre mojado que no le funciona al enemigo; el rapto de Natalia en el teatro es una marca machista que existe en Yugoslavia y en el Chicamocha, pueden buscar en el Atlas de las vanidades viriles; las peleas y los encuentros del plomo con los cuerpos son discursos cómicos de brincos, gritos y expresiones inocentes que minimizan el conflicto a un juego de pequeñuelos; pero el mejor recurso es la sobreposición de imágenes ficticias sobre las de archivo reales, un Marko envuelto en las altas esferas del partido de Tito y una Natalia reconocida como la actriz respetable mientras le roba el show en el plano a la Armada Yugoslava.


TIERRA DE TITO

Para sobrellevar la brutalidad de la guerra, los protagonistas de la historia se inventan un mundo alternativo bajo tierra para proteger los intereses fisiológicos de muchos habitantes de Belgrado. Familias enteras se introducen en la ceguera sin sol que les producirá el desconocimiento de la superficie durante años, creyendo el cuento de una ocupación nazi de muchos calendarios, soportando con abnegación la espera de una pronta liberación de la mano de un patriarca idealista engañado como Blacky y de otro engañador como Marko quien es el único que les puede traer noticias desde el mundo de las plantas y el aire puro. Comienza entonces el capítulo de la Guerra Fría, donde Tito instaura su régimen manipulador en el que ordena las cosas a su acomodo y la gente se somete sin reproche con tal de no soportar más balazos. Marko es una especie de Tito que gobierna su país subterráneo con artimañas y verborrea bélica falsa, haciendo uso de viejos documentales, música alemana y simulación de una guerra nazi interminable. Mientras tanto, la gente lívida de no recibir sol se concentra en la fabricación de armas y un tanque de guerra gigante para satisfacer sin saberlo las conveniencias monetarias de Marko y su mujer, Natalia.

Y el elemento que se mantiene omnipresente durante esta tragicomedia es la música: El arma letal de metales de Goran Bregovic plasmada en la banda frenética que acompaña cuanta fiesta se produce en la película, esos aires gitanos tradicionales con ínfulas de rock and roll que animan matrimonios, que promueven peleas, que patrocinan raptos, que evaden la desgracia a pesar de las sentencias proféticas del trompetista que anuncia 'Catástrofe', son muchas veces la motivación para seguir con la alucinante búsqueda del país que nunca existió. Es un carrusel de instrumentos que gira sin cesar, puro vértigo musical que clama por clímax.


Emir Kusturica y el inteligente Soni

Después de veinte años de un engaño calculador, Soni el simio destruye aquel subsuelo con un cañonazo accidental del tanque y da paso a una verdad disfrazada de película de propaganda.Kusturica logra hacer una mofa elegante con un film dentro de otro film, un supuesto homenaje a los héroes de guerra que recrea la época nazi mientras los personajes recién salidos de la catacumba lo creen real, con el odio fascista aún vivo. Incluír las escenas de recreación a través de otro film con un director histérico libran a don Emir de cualquier responsabilidad política y le hacen inmune a la acusación de inclinar la cinta a cualquier partido. Se confirma que aquí no hay tendencia a ningún bando, las preferencias déjenlas al régimen.

Luego de reconciliarse con la luz, Blacky y su hijo logran contemplar el amanecer sin artificios y hay un momento hermoso donde se aprecia la naturaleza de las cosas sin fronteras, sin ideologías políticas, sin mano armada, es el interludio paisajístico en el que el sol es una bendición que va más allá de cualquier diferencia. Pero la instancia es breve y la guerra -perdón, la historia- debe continuar.

TIERRA DE NADIE

La muerte de Tito debilita el estado de las cosas y los privilegios de Marko y sepulta los vestigios del antiguo submundo que aguantó las tinieblas de la ignorancia histórica. Ya no hay nazis, ya no hay comunismo, ahora la diferencia es étnica y el panorama es horroroso. Un médico confirma el comienzo del fin con dos frases, "El Comunismo era como un sótano" (claro símil de toda una maraña manipuladora que cegó muchas mentes durante años) y "No hay Yugoslavia" (la desaparición de una patria que, quizás, alguna vez existió en un mapa). La Guerra Civil es el espacio de terror que cierra el escenario disparatado donde una vez más la sed de poder desangra todo un Estado.

Aquel marco de desolación a comienzo de los noventas es el único momento dramático crudo de toda la cinta, un Cristo pies arriba en plena plaza nos habla de la ausencia total de un Dios y una presencia maligna del hombre mientras se achicharran las fechorías envejecidas de Marko y Natalia en una silla de ruedas que deambula consumida por el fuego, y las campanas suenan su tañido fúnebre cuando Iván (el hermano de Marko) se ahorca en plena iglesia. No puede haber un escenario más desesperanzado y golpeado por la atrocidad racista, después de la frase genial del protagonista que puede resumir toda una guerra balcánica, "No existe la guerra hasta que un hermano mata a otro hermano".




Pero para Emir Kusturica esto no puede terminar así. Y aquella porción de tierra en la que se desarrolla la última fiesta es el premio a tanto aguante. La benévola luz del sol con vacas surgiendo del agua, trompetas tronando de alegría, tartamudos que recuperan el habla perfecta y minusválidos que bailan al son gitano, justifican la reconstrucción de un lugar en el que la división no cabe en el vocabulario, en el que el perdón pesa más que el rencor, y en el que la esperanza tiene más color que el arco iris, porque aún existe ese resquicio que hace a ese director orgullosamente yugoslavo y logra desechar cualquier catálogo micronacionalista que le impongan. Y aunque aquel relato parezca no tener fin como lo afirma el texto de cierre del filme, la nostálgica frase de Iván puede remitir a cualquier nación subterránea, terrícola o etérea a reclamar por su historia, "Había una vez un país".

16 dic 2010

MERLE HAGGARD- BRANDED MAN



Los sonidos campiranos en el país del norte reconocidos en el mundo como country son tan arraigados a su cultura como el vallenato en Colombia o la ranchera en México. Siempre ha sido un género prolífico, extenso en listados de artistas y canciones reconocidas en su país de origen. Y en la década de los sesentas, mientras el Verano del Amor cundía los espíritus juveniles de la cultura hippie en todo América y Jimi Hendrix hacía reventar su guitarra a lloriqueos rebeldes para todo el orbe, los amantes fieles al country se refugiaban en las melodías noveleras de maridos y esposas de Loretta Lynn, la interesante unión libre de lo campirano con el rock and roll de Johnny Cash y las plañideras al margen de la ley de un señor castigado por las triquiñuelas de vida, Merle Haggard.

Un californiano inquieto y siempre travieso tenía muchos roces con la ley por andar brindando concesiones a la malicia y acercarse a la manía de robar mientras la ocasión se lo permitía. Merle tuvo una juventud penal agitada, unos pulmones ávidos de oxígeno ante la persecución y una voluntad de resignación por pasar tres años de su vida en la temible prisión de San Quentin. No iba a imaginar en aquel entonces que su experiencia en el presidio iba a ser motivo de inspiración para muchas de las líricas en su futura discografía, y que encontraría la redención, el perdón consigo mismo y las ganas de emprender una nueva vida. Incluso tuvo un tiempo de disfrute musical mientras tocaba con la banda de la cárcel, que más adelante sería testimonio en vinilo con la canción "I made the Prison Band".

Los bares, Las Vegas y los estudios fueron las siguientes 'guaridas delincuenciales' donde se preveían sus próximos 'crímenes' musicales. Durante toda la década de los sesentas logró afianzar su ritmo y convertirse en estandarte de la corriente del Bakersfield Sound, directamente de California, con dotes más impulsivos en la cadencia , un parentesco mediano con las ondas del rock and roll, un manejo del twang muy particular en las guitarras y una dinámica que rompía con los protocolos y las elegancias orquestadas del sonido de Nashville. Junto a Buck Owens & The Buckaroos, el señor Haggard hizo lo propio con su banda, The Strangers.



Para 1967 ya era reconocido su sonsonete marginal de experiencias de reclusión y de soledad lacrimosa remediada con palmaditas en la garganta repleta de alcohol. El segundo golpe de reconocimiento llegó meses después de haber lanzado su segundo disco I'm a Lonesome Fugitive. Fue en agosto, bajo el sello Capitol. Y la consolidación como la voz musical del presidio se dio con Branded Man / I threw Away the Rose, un manifiesto solitario sin demasiada velocidad, pero con todo el sentimiento melancólico de un hombre que ha vivido la pena carcelaria y la pena de amor con la misma intensidad.

La purga penitenciaria es muy visible en el single más famoso del disco: "Branded Man" es una sollozante marca vivencial plasmada en líricas después de pagar la pena, 'If I live to be a Hundred, I guess I'll never clear my name'. Esa carga que llevaría en su espalda y su conciencia lo haría famoso en todo América y lo convertiría en su bendición, pues la canción llegó al número 1 de las listas country, una especie de perdón por parte de todo el pueblo americano al concederle la entrada de aquella melodía a sus radios. La limpieza de antecedentes penales se la concedería en 1972 el entonces gobernador Ronald Reagan.

La tónica de convicto melódico está presente en las canciones del disco. "I made the Prison Band" es la parte alegre y resuelta con coqueteos sutiles al rock and roll, donde deja de ser la banda criminal para ser el grupo musical. Pero esa es la única cuota optimista. "Don't Get Married" es el lamento del novio que roba un diamante para ofrecerlo como prueba de amor a su Julieta y termina en la celda. Él implora por una espera, 'Julie, Wait for me. Don't get married cause someday I'll be free'. La segunda parte de la historia se refleja en el tema "My hands are Tied", una guasca digna de bar moribundo con tonos rancheros y olorosa a anís seco, que resigna al pobre personaje a cumplir su condena sin amparo y en la más afligida soledad.


Merle y algunos de sus Strangers

The Strangers no eran tan extraños, fue una tropa decidida a acompañar el clamor campirano de Haggard con su talento musical. Se destacan allí nombres como Glen Campbell y Tommy Collins en guitarras, el piano compañero de Glen Hardin y George French, el bajo de Jerry Ward, los tambores de James Gordon y la dama de honor en los vocales y compañera sentimental de Merle, Bonnie Owens, una colaboradora vital con quien recibió premios en interpretación vocal a dúo y sobrevivió a una relación de más de diez años.

Lo curioso es que Bonnie no se asociaba con Merle en cantos idílicos y coros amorosos, todas las líricas eran novelas marcadas por el abandono y el despecho."Somewhere Between" es un aullido a dos voces que combina bien las posibilidades acústicas y eléctricas de las guitarras, y hace visible el deseo del hombre por tener a su pareja pero con un evidente rechazo, una barrera femenina que impide el llamado al amor. Una especie de bolero campirano de gran ejecución en cuerdas camufladas bajo las voces nos habla del maltrato sentimental en "You don't have very Far To Go", el pobre Merle sufre los coletazos de la desolación gracias a un pasado ingrato. "Loneliness is eating me Alive" es el ejemplo puro de desamparo y tristeza del hombre carcomido por la ausencia de su chica, contrastado con un prosaico y elegante fraseo de Haggard, y una magnífica instrumentación de piano y guitarra cercanos al blues. La pesadumbre está a la orden del día en todo el álbum.


Merle Haggard y su compañera vocal y sentimental, Bonnie Owens


Para acompañar la pena -y ahogarla de paso- el recurso primario del personaje rural es la amistad callada y amarga del alcohol, un paliativo que es casi vital -y letal- en este recorrido musical. Los chillidos afinados en cuerdas y voces toman sabores aguardientosos en el primer single del LP, "I threw Away the Rose", donde los instrumentos sufren una resaca melodiosa, causa de todos los tragos que llevaron a la perdición al personaje de la canción: 'Now I'm paying for the days of wine and roses A victim of the drunken life I chose'. Y con la lentitud tambaleante del borracho lleno de arrepentimientos se mueve "Some of Us never Learn", en una soporífera cadencia que llama al vidrio etílico para mantener un 'charmin state' antes de regresar a la realidad. El condenatorio alcohol se lleva los aplausos, borracho de puro country.


La fórmula lenta y nostálgica de la instrumentación sigue funcionando en muchos de sus temas, y a veces se cuelan historias particulares que bien podrían ser películas. Como en el compás que propone "Long Black Limousine" que narra la historia de una chica que busca fortuna y un gran automóvil en la ciudad que regresa a su lugar de origen con su sueño cumplido: Una gran limosina negra la acompaña directo a la tumba, la composición de Bobby George y Vern Stovall lo afirma, 'I guess you finally got your dream You're riding in one of them long black limousines'.




Otro no menos interesante es el novelesco idilio entre un gringo y una latina en "Go Home", una verdadera ranchera, puro country criollo que si no fuera por los cantos parsimoniosos y entonados de Haggard, pudiera pasar por cualquier tema de Javier Solís o Vicente Fernández, entretanto las diferencias culturales entre el anglófono y la charra les impiden materializar su idilio, como el resto de las otras canciones del disco donde el optimismo se esconde y el desamor es incuestionable.

Branded Man/ I threw away the Rose fue sólo el abrebocas de la popularidad que ostentaría más adelante Merle Haggard a partir de su "Okie from Muskogee" y el enorme listado de temas musicales que dominarían la escena del género en los setentas bajo el catálogo de outlaw. De todos modos, la tristeza palpable de amores no correspondidos, remordimientos carcelarios y fraseos aguardientosos fueron más que suficientes para que Haggard obtuviera el perdón del prójimo por sus antiguas argucias de maleante, siempre y cuando no olvidara componer una nueva tonada que lo hiciera sentir de nuevo placenteramente miserable.


13 nov 2010

EL TOQUE DE MASSIVE ATTACK


Evadiendo el frío de capital achacosa, el azar nos trae un coliseo que se torna cálido al contacto de las almas que claman por una de las pocas experiencias de trip hop en las entrañas colombianas. Bristol se sacude desde la lejana Europa y aterriza en las ansiosas mentes que esperan por una vivencia sensorial única e irrepetible.

Son dos internacionales listos para acudir al llamado trip hop, Martina Topley Bird y Massive Attack son los artífices de la espera nocturna. Mientras la ansiedad se carcome las neuronas del público ávido, Zhada es la cuota colombiana que ameniza el introito de este ritual religioso. La vocal Carolina Gaitán agita sus cuerdas vocales en simultánea con su larga falda blanca, trémolos movimientos en español que digieren melodías densas de lenta cadencia y algunos matices pop. "En noviembre" o "Eres hoy" hacen parte del corto repertorio que les deja bien librados en la antesala de los foráneos.

Íntimo. Un show personal, particular, de grata impresión es el que se guarda bajo el brazo (y bajo el afro) Martina Topley Bird, londinense de exquisita garganta que expone en un formato sencillo su corta pero eminente discografía como solista. Esta morena en traje de noche que balbucea con hermoso descaro algunas frases en español hace digna exhibición de sus canciones en forma minimalista, sin más ingredientes que su teclado, su caja de ritmos y su voz.

Foto: ViVa

"Valentine" es su carta de presentación inicial, muestra de su segundo trabajo The Blue God. De la nada, con chasquidos, tarareos o gemidos melódicos extrae en loops canciones completas que con el uso de su caja de ritmos logra, es una exposición de creación que juega perfectamente entre lo análogo y lo digital. Los traqueteos sencillos en repetición se conjugan con su indiscutible voz negra y sin mayores artificios logra conquistar un público que no conoce a fondo su repertorio pero que lo acepta de forma inmediata.

Infaltable debía ser su pieza más conocida en Colombia, "Sandpaper Kisses", trabajada en una especie de Unplugged analógico de murmullos combinados con su teclado y su maravilloso tratamiento de la palabra cantada. La interactividad con el público se hace notable en los descoordinados coros de "Da da da" donde las voces asistentes se enredaban en 'dadadeos' y Topley Bird navegaba con calma en su mar de lirismos. Pero tal vez uno de los momentos gloriosos fue su versión del tema de Tricky "Overcome", con menos oscuridad y más inocencia, con menos artificios y más naturaleza orgánica,recordando que su voz contribuyó grandemente a la difusión del trip hop en los noventa.


Extraído videoteca MissMoonLive

El cierre solista de Martina lo tuvieron los temas "Poison", poción que intoxica de modo benigno los oídos del respetable en una interpretación limpia y menos letal que la canción de estudio, y "Too Tought to Die", canción que llevaba todo el veneno que le quedaba faltando a la anterior con la incursión de la guitarra eléctrica y los alaridos melodiosos que estremecían los espacios del Coliseo en un sonido, que, a pesar de su deficiente acústica, salió airoso en la entera presentación de esta sobresaliente voz inglesa.

Foto: Burroteca

La hora del Ataque era precisa. Los parlantes estaban listos para producirlo en masa, sin prejuicios y con las luces como arma letal de hipnosis. "United Snakes" es una salida de diez minutos que confronta con velocidad y sonido de la actual década, un vértigo extraño que asoma de su reciente trabajo Heligoland bajo el liderazgo de 3D Del Naja que en sus murmullos narcóticos se carga mensajes políticos, oscurantistas o sugerentes. Llega la adrenalina en slow motion, Massive Attack.

Si como telonera hizo bien la tarea, como compañera del show principal no estuvo nada mal. Encargada de la textura femenina en varios de los pasajes del último disco, Martina vuelve a la carga con una impetuosa interpretación de "Babel" y otra más sensitiva en las luces trippy de "Psyche" dos de los últimos tracks del reciente trabajo de Massive. Pero su principal compromiso en dejar en alto el nombre de la banda fue con su impecable versión de "Teardrop" donde el registro vocal le alcanzó de sobra para estar a la altura de Elizabeth Fraser. Momento clave en el coro comunal, el público se funde en aquel lento clásico del trip hop.

La cosa se va poniendo oscura, como le gusta a los amantes de esta densura melódica. Tan oscura que se aparece en el escenario el gigante Daddy G con su voz subterránea para asestar uno de los más geniales golpes de su discografía con "Risingson", donde los bajos son los mandamases envueltos en clásico dub fusionado con ese trip tan fuerte que ahoga cualquier superficie y sumerge los cuerpos en profundidades sonoras. Las dos baterías en escenario contribuyeron a crear esta atmósfera de subconsciencia extasiada.

Luego aparece otra gran garganta, imprescindible para el complemento preciso en la participación vocal, toda una eminencia en la historia dub y reggae, el viejito Horace Andy que despaciosamente se abstrae en movimientos paulatinos y brinda unos minutos de felicidad con "Girl I Love you". Más adelante estallaría el clímax con el gran clásico "Angel", una voz reggae que se destruye armónicamente con las guitarras agrestes y el beat que anuncia el fin del mundo en cámara lenta, esa brutalidad parsimoniosa que llevó al éxtasis a tantos seguidores de este Ataque musical.



3D, como único miembro consecutivo en todos los trabajos de Massive Attack aportó su oscura cuota con "Future Proof" apoyado por su teclado analógico y evidentemente de su armamento tecnológico de respaldo. "Inertia Creeps" fue otro momento cumbre que se entrelazó con anuncios curiosos en la pantalla de fondo que proclamaba un Juanes abogando por la marihuana, una Natalia París disfrutando su desnudez pública, un Higuita glorificado en Wembley, o una Colombia libre de opinión, con un golpe estratégico en la producción del concierto que dio interactividad de un grupo que apenas balbucea el español con un público que agradecido se remontó en aullidos para demostrar que los latinos también disfrutan de los buenos viajes sonoros.

Foto: Burroteca

Hermosos momentos de nostalgia se vivieron gracias a la colaboración de la vocal Deborah Miller quien nos trajo a relucir piezas del primer trabajo de la banda, Blue Lines, con una emotiva interpretación de "Safe From Harm", corte encargado del primer Encore con un cierre brutal de guitarras e imágenes esquizofrénicas en la pantalla, y más adelante, con "Unfinished Simpathy", tal vez la canción de todo el repertorio más fiel a su sonido de los noventas, aunque con modificaciones tecnológicas que lo acercaban a la actualidad. Los aportes de voces femeninas siempre han sido claves en la discografía de los Attack, lastimosamente faltaron grandes complementos, Sinead O Connor, Sarah Jay, Elizabeth Fraser, Tracey Thorn y Hope Sandoval, cuyos temas no fueron parte del repertorio en vivo.

Foto: ViVa
Luego del primer receso, la concentración se basó en la reverencia al material 2010
y esos flirteos con la paranoia y el desasosiego como en "You were Just Leaving", mas adelante con Daddy G, Horace Andy, 3D en las voces y Martina en el teclado análogo, juntos para resolver el asunto en vivo de "Splitting the Atom". Y finalmente la pieza más parecida a sus buenas épocas del Mezzanine "Atlas Air", con una larga ejecución de trip hop felizmente intranquilo, esa inquieta y voraz forma de atacar al mundo sin prisa mientras se desgañita el resplandor de la pantalla y las luces y el cierre del segundo encore está repleto de pánico esplendoroso, esa felicidad nerviosa que nunca se quiere terminar al tempo del hipnótico ritmo.

El cierre se realiza con una pieza de museo perfecta para destruir el Coliseo con sofisticación dub, "Karmacoma" se apodera del ambiente entre el baile inocente y la grave voz de Daddy G, los fraseos conspiradores y recónditos de 3D, y el reposado ataque de las máquinas creadoras de ese perfecto caos en una versión muy moderna de ese estupendo clásico del Protection.


Extraído de la videoteca de Erick Salazar

A pesar de la carencia de buena resonancia de un espacio como El Coliseo El Campín y la pérdida de momentos vocales importantes de 3D por la dominancia de los bajos, el trip hop pasó el año en un espacio que no llenaba las expectativas de buen sonido. Muchas piezas de aquel engranaje quedaron fuera del setlist, pero las historias buenas generalmente se cuentan en menos de dos horas, tiempo necesario para que Massive hiciera de las suyas y lograra satisfacer un público que salió de las graderías convencido de haber visto un gran concierto, un toque de Ataque.

14 ago 2010

FUNKADELIC - MAGGOT BRAIN


Terminan los tumultuosos años sesenta agolpados en el colorido emborrachador de los hippies, en la expansión mental a través de los viajes ácidos propuestos por O' Leary y concentrados en una guerra repleta de la inmundicia que propone la sed de poder de USA sobre Vietnam. Comienzan los nuevos tiempos dentro de unos setentas que se traen la ansiedad por desprenderse de aquel vértigo que trajo la década anterior, pero que va a costar un par de años realizar. Entre los últimos zarpazos de genialidad post-psicodelia y de cierto espíritu hippie vivo en el aire junto a las nuevas búsquedas había una propuesta que tomaba forma en el vibrante y siempre atractivo sonsonete del funk, que empezaba a tomar fuerza para el primer lustro setentero. Por allí andaba Funkadelic.

George Clinton es un afroamericano amante de la experimentación con sabor, como si fuera una especie de Arzak cocinando su plato más exótico, y siempre bajo su mando y su tremendo line-up de a veces hasta 30 personas, se sale con la suya haciéndole la venia al funk pero incluyendo elementos del rock psicodélico y resquicios de soul y de gospel, y crea su propia sonoridad que denominarían como el P-Funk gracias al trabajo de dos bandas hermanas que él mismo inició, Parliament y Funkadelic, con nóminas muy parecidas pero bajo disqueras distintas y con ciertas diferencias musicales entre las dos. Con el bajo envenenado de puro deleite negro pero bajo la premisa de la experimentación y un tributo a la psicodelia ya maltratada por el mass-media para 1971, llega uno de los trabajos que logra esa hibridación inmejorable que pareciera de otro mundo y que no cabe en los historiales de la música como funk convencional. Solo hay que escuchar el título de este trabajo, Maggot Brain.

Los primeros tiempos de Funkadelic

Después de dos discos (Funkadelic de 1970 y Free your mind...and your ass will follow de 1971), es la hora de consolidar la propuesta que rescata las ondas psicodélicas del hippismo y el sudoroso pero sabio agite de la fusión entre el rock y el soul para la creación de siete temas que tienen claramente una fuerte influencia de Sly & the Family Stone en su salvajismo y de Jimi Hendrix en su vitalidad y virtuosismo espontáneo. Bajo el sello Westbound en julio de 1971 se publica el tercer trabajo de Clinton y su nómina, aquel Maggot Brain que sería producto de halagos por parte de la crítica, esa mujer que proviene de las entrañas de la tierra con su bestial gesto afro en la carátula es la señal del nuevo grito funky que quiere poner a temblar los cimientos del planeta.

George Clinton, un artífice musical de otro mundo

Pero para una digna interpretación de las canciones Clinton necesitaba de una tropa especial, y es aquella guitarra brutalmente expresiva de Eddie Hazel quien pone las cosas en el desorden deseado; agrega los teclados de un creativo y casi extraterrestre Bernie Worrell, dueño de esa patente extravagante en los sonidos de sus canciones; complementa con el indispensable maestro de cadencia en el funk, el bajo de Billy "Bass" Nelson, la guitarra rítmica de Tawl Ross, la batería de Tiki Fulwood, y los vocales de apoyo de unos antiguos compañeros de juerga microfónica en el antiguo grupo sesentero de Clinton The Parliaments, Fuzzy Hoskins, Calvin Simon, Grady Thomas y Ray Davis. Todos ellos listos para descargarse en una sensación ácida de desenfreno enajenado favorecido por las prebendas que brinda la exploración musical.

Y la primera experiencia sonora del disco es la más emocionante, un apasionado solo de guitarra que durante diez minutos se desfoga en lágrimas sensuales, en agitación cardíaca de desahogo, un Eddie Hazel compenetrado con su instrumento a mas no poder, "Maggot Brain" logra desenfundar el arma de la melancolía a través de unas cuerdas intranquilas que quieren sollozar su pena en LP, en compañía de un teclado sencillo pero ceremonioso y respetuoso del grito magnífico que proponen los dedos de Eddie. Cuentan viejas lenguas que al componer este tema Clinton le sugirió a Hazel que tocara como si acabara de enterarse de la muerte de su madre. Una sola toma en estudio y un espléndido ejemplo de virtuosismo son producto del imaginario, una pieza que hasta el mismo Hendrix envidiaría. Y no hay que olvidarse de la inclinación de arrepentimiento ecológico que se trae en su sentencia vocal Clinton, 'Mother Earth is pregnant for the third time for y'all have knocked her up' y aquí empieza a hacer mella aquel gusano cerebral que se trae el concepto del álbum, de secuelas ideológicas hippies.

Algunos lo comparan con Hendrix. Eddie Hazel toca "Maggot Brain"

Después de semejante éxtasis musical se vienen las piezas funkys del asunto. Primero con una amable y juguetona guitarra acústica que conjuga con muchas voces que nadan en el falsetto en "Can you get to That", de un tratamiento parecido al gospel donde buscan recomponer el mundo con líricas un tanto hippies como 'I once had a life, or rather life had me', hay una semblanza sobre el materialismo, la falta de cooperación y el maligno interés por el dinero. Se hace presente la voz de alguien más adelante indispensable para los dos proyectos musicales de Clinton, Garry Shider, que además revive esta canción como parte del repertorio original de The Parliaments en los sesenta que se titulaba "What you been Growin".

"Hit it and Quit it" es funk infectado por el tumor benigno del rock and roll, el dominio de los teclados de Bernie Worrell le imprimen todo el sazón al corte bajo el mandato de sus dedos y su garganta, pues es también el intérprete vocal de este tema que invita al cabeceo, sus escalas de blancas y negras bajan un momento de alguna galaxia ajena para promover el aire rocanrolero a la canción, reforzado por un solo de guitarra final que consolida su propósito, y es un ejemplo claro de la transición de la música desde los sesentas a la década siguiente. Esto es rock and funk.

Funkadelic no sería lo mismo sin los teclados de Bernie Worrell


La doctrina hippie es influencia en varias de las líricas de Funkadelic, tal vez el ejemplo más claro se siente en "You and your folks, Me and my folks", el llamado al equilibrio y la unidad a través de las vocales líderes de Billy 'Bass' Nelson quien nos dice 'If in our tears, we don't learn to share with your brother You know that hate is gonna keep on multiplying', un reflexivo reclamo a la envidia y una acogida a la igualdad que se espera desde cualquier frontera. Aparte de trabajar con la voz, Nelson toma su bajo y con notas muy sencillas y graves brinda funk puro y contundente, en complicidad de los coros 'Yeah yeah yeah' y del teclado de Worrell que por momentos juega al Rythm and Blues y por otros a tonos sueltos y castigadores, tan funkys como el resto de la melodía. Esto es funk and flow.



No habían propósitos netamente comerciales en este trabajo y no logró obtener la atención del público totalmente hasta un tiempo después de publicado. Tal como el maestro Hendrix nunca tuvieron un sencillo que los destacara en el mainstream hasta ese momento. Y tal como el maestro Hendrix tenían que componer una canción que llevara esa furiosa expresión guitarrera y esa locura colectiva que desprendían esas seis cuerdas endiabladas listas para azotar al viento, "Super Stupid" es puro rock sin prejuicio intoxicado de los mejores atributos musicales de Eddie Hazel en aquella Stratocaster que es un automóvil sin frenos listo para recibir el vértigo, y que va contando la historia de un drogadicto que va por lana y sale trasquilado, o mejor, que va por cocaína y termina 'enjeringado' cuando se da cuenta que ha comprado la droga equivocada, tal vez por andar con el 'gusano cerebral' tan metido en su testa. Y fue tan fuerte la atracción de este arrollador track que los Audioslave se arriesgaron a proponer su versión propia, pero no pueden superar uno de los momentos más grandes de este Maggot Brain gracias a esa venenosa y única forma de tocar la guitarra de Eddie Hazel.

El líder de dos mundos: Parliament Funkadelic

Durante los setentas y ochentas George Clinton se encargaría de convertir sus canciones, aparte de una incitación al baile funk, en puro divertimento con sus extraños juegos electrónicos, sus juegos de voces y sus pasajes hilarantes tanto con Parliament como Funkadelic. En "Back in Our Minds" suceden los primeros esbozos de esos ocurrentes ritmos, esta vez con el liderazgo sonoro de un arpa judía, unos vocales ebrios de dicha funky con Clinton y Tawl Ross, y un teclado que azuza con malicia junto a los bongos y al trombón en una melodía inusual para este disco, pero más adelante de tono más común para aquellas bandas del llamado P-funk. Entretanto la letra sostiene esa nostalgia hippie e invita a la conciliación y a hacerle el quite a la pelea, al diálogo y la paz, esa paz hilarante que siempre ha ofrecido el extraterrestre musical George Clinton.

El álbum cierra con una verdadera descarga,"Wars of Armageddon", la contraparte a los diez minutos iniciales del disco, pues mientras en "Maggot Brain" todo era melancolía y sollozo virtuoso, este es un desfile efectista donde circulan voces extrañas, un teclado en segundo plano que se inyecta furia a lo lejos, la guitarra que le brinda el aire de funk and roll, y aquella panfletaria pero divertida frase que dice 'More power to the people more pussy to the power more power to the pussy' cuando esa percusión tribal invita a no tener peinado, a inquietar los pies y a alienar la cabeza hasta que llegue el Armageddon.


Esta depravada alucinación de decibeles concebida por unos alienígenas de la música fue un ensamble impecable que se movió fácilmente entre la desfachatez lúcida del baile funk y la desvergonzada euforia del cabeceo rock, y que más adelante sería influencia clave para grupos como Living Colour, Primus, Faith no More o hasta el mismo Lenny Kravitz. Con la sustentación de sus performances en vivo que eran -y siguen siendo- todo un despliegue refulgente repleto de sabor, el proyecto Funkadelic, aunque no tan vocal y digerible como su hermano Parliament, trajo grandes cosas al mundo de la música y entre ellas, este 'gusano cerebral' listo para devorar neuronas y hacer saber al mundo que el funk tiene mucho de rock. Esto es funk and roll.

6 ago 2010

FIESTA VIVA! VIVA LA FIESTA!

Cuando se quiere vivir el desmán de la fiesta belga en terrenos bogotanos, hay que llamar a los Vive la Fete. El show que ofrece esta banda de electroclash es una descarga real de espectáculo, de glamour poco prejuicioso y de una comunión perfecta entre la distorsión de las guitarras y la refinación de los teclados. Agrega los gritos soberbios de su vocalista Els Pynoo más su desmandada y sexy forma de zangolotear su gigantesca figura y tendrás una parranda inacabable al mejor estilo europeo, todo en un escenario no tan reconocido pero sí tan plausible de jolgorios memorables como el Teatro Metro.

Los motores de la fiesta: Els y Danny

Els es la felina vocal elegante, que sin miedo alguno sacude su cuerpo para brotar soberbia lasciva y actitud punk ante tanta rimbombancia, de alguna forma sus gritos se remiten a los excesos vocales de Nina Hagen. Su colíder es el guitarrista Danny Mommens, quien aporta su cuota de onomatopeyas al micrófono y una guitarra que lleva veneno cibernético entre los efectos de su pedalera, y con suciedad ex profeso logra de algún modo convertir la distorsión en fashion. A la compañía en el bajo el hermano con sobrepeso de Robert Smith, Bart Buls, con ciertos aires góticos en su peinado y un traje totalmente negro; en los synths como si fuera extraído del manga la figura estirada de Roel Van Espen y sus dedos no tan prodigiosos, de hecho sufren de torpeza en algunos pasajes, pero tienen toda la toxina para hacer al público bailar; y por último, un baterista aderezado con las ventajas de la tecnología para convertir su herramienta en algo demoledor y contundente, el hermano perdido de John Lennon si vemos su rostro, Gino Geudens que completa la cuota del ensamble fiestero.

Fotos concierto: Gustavo Martínez -SHOCK-


Ya sobre el show hay que decir que el grupo es la total estrella, no hay mayores artificios de escenografía, las luces son sencillas pero se reparten bien entre los claroscuros y la tarima no es demasiado grande, el Teatro Metro es un espacio pequeño pero perfecto para este tipo de conciertos sin tanto renombre. Y las miradas de hombres y mujeres van a Els, por aquel magnetismo que produce su cuerpo de maniquí y sus convulsiones en escena, su pandereta que se mueve al mismo ritmo de sus pechos, y su atuendo atrevido en velo que es objeto de deseo ferviente en los machos y de envidia o de histeria (de la buena) en las chicas.

El repertorio se abre con todo un clásico en su discografía, "Nuit Blanche" en su tono más discotequero exige a las extremidades del público levantarse para no volver a caer jamás, y la gente entra en intimidad con sus éxitos rápidamente. Y de allí los synths comienzan a flirtear con reminiscencias ochenteras del estilo Yazoo o Jean Michel Jarre, y mientras tanto guitarra y batería, intoxicados de tecnología brindan tonos ácidos que transmutan los acordes rockeros en beats fiesteros.

El estallido de los teclados es mucho más eficiente en vivo que en sus discos de estudio, solo hay que escuhar la energía de temas como "Quatsch" donde Danny se desgonza en sus cánticos combinados con la premura de los teclados de Roel. O la brutalidad libidinosa en los gritos de Els diciendo "Tokyo" en uno de los momentos en los que los pies hicieron más desafío a la gravedad. Las luces mientras tanto crean sombras gigantescas en la pared posterior, la colosal rubia se devanea en sexuales siluetas. Y otro clásico asoma con su minimal tono en los synths "Mon Dieu" es sinónimo de Fiesta vívida, nada que ver con la reposada versión del CD, este es un Dios francófono que retumba todas las paredes y despierta todos los oídos entretanto la chica se saborea con sus 'bang bang' y sus coros fáciles de seguir, además de sus felinas onomatopeyas, gritos de guerra sexual.


También hay momentos en que la guitarra es protagonista: solo hay que escuchar el rebelde "Naive" que se repitió tres veces en escena, o "I'm a Guitar Hero" con espacio suficiente para que mostrara el poder de la pedalera y esa suciedad confortable en los solos y los arpegios; también hizo parte el cover de los Stooges de "I Wanna be Your Dog" que respetó sus bases y dejó caerse en la tentación del rock tal y como es.

Regalos vocales indiscutibles, escuchar los coros de "La Verité", cientos de cuerdas vocales acompañando por un instante a tal vez la canción mas bien tratada de todo el setlist, sin demasiado escándalo pero con una intimación envidiable. Tal cual como otro de sus clásicos del Nuit Blanche, ese "Noir Desir" oscuro y concupiscente, letal melodía de electroclash que obliga a cabecear hasta la última articulación.

Fotos concierto: Gustavo Martínez

Pero si la guitarra es protagonista en varias escenas, el teclado es el motor de la fiesta, nada que hacer, "Assez" es el perfecto ejemplo, un synth pop muy bien hecho donde los dedos de Roel deben exigirse hasta el cansancio y prolongar la juerga hasta el último momento de la canción y Els juega con su "na na na na". Y qué decir del cover de "Popcorn" que alguna vez popularizó Jarré en uno de sus tantos Oxygene, pero que es original de los 60s de un tipo llamado Gershon Kingsley, aquí vuelven esas blancas y negras a hacer de las suyas en particular digitación que cualquiera que haya escuchado música identifica aquí y en Caparnaum, los dedos bailotean al son de las memorias y la pandereta de la muñeca belga acompaña el ritmo, es la danza tecnológica que se viene de Bélgica.


Entre las últimas resonancias de aquella descarga en carnaval de teclas y cuerdas se rescatan otros dos grandes temas, uno que se oyó en muchas voces asistentes como el "Touche pas" una vez más con el liderazgo de la Pynoo en ese coro fragmentado de tres palabras que aunque dice No Tocar incita a todo lo contrario. Y esa tremenda pieza "2005" donde una vez más el teclado es parte clave y dominante de su recorrido y como lo demuestran sus shows, hacen perder esa sobriedad de sus pistas en cualquier iTunes y las transforman en joyas de energía en vivo, creando un portal magnífico de encuentro entre los teclados synth pop de los ochentas y las novedades electro de nuestra época actual.

Indiscutible el hecho de que los Vive la Fete despiertan cualquier cementerio, agitan cualquier protocolo y son el electroshock que necesitan muchos escenarios para vivir una fiesta con todos los ingredientes: Sensualidad, desparpajo, refinación y descarga. El jolgorio no quiere terminar, la fiesta se vive! Qué viva la fiesta!

27 jul 2010

AFRO FLOW DE SÁBADO

Entre rojos y naranjas en paredes y luces, aquella coloración nocturna abría paso para un ritmo más bien verde: La noche del reggae se une al proyecto Avenida Ciudad Rock que complementa los tres días de euforia del festival Rock al Parque con dos representantes reconocidos en el círculo del ritmo de ofrenda a Jah Rastafari, Sista Rastalina con su banda y el Dub Killer Combo, los dos muy diferentes pero muy parecidos, esos hermanos que comparten casa pero no invaden cuartos, y que se reúnen en la fiesta ofreciendo sus propuestas desde su perspectiva musical, bifurcada hacia vertientes distintas.

Chapinero es la localidad que acoge con mucho frío en la calle pero con el aire sofocante de un lugar pequeño pero igualmente atractivo como Natural Flow, que se funde en su ambiente principal bajo los designios de los teclados, algunos vientos, otros scratches, y especialmente las voces reggae que se consagran al mensaje pacífico, al llamado amoroso y a la protesta vocal sin la intervención del puño, solo de la sabia palabra. Los ánimos van creciendo al ritmo de las horas y la medianoche rompe en el parto de un nuevo día de julio para invocar las cuerdas vocales en escenario, que lograrán imponer su ritmo en la diminuta tarima del sábado.

"Fuego Babylon" va calentando el lugar con Sista Rastalina

Un line-up conformado por el ensamble básico en ritmos reggae donde bajo, teclado, guitarra y batería son los primarios, y los aderezos los brindan una corista femenina y un saxo que inclina la cadencia hacia el rock-steady. Son los elementos que hacen el cuerpo sonoro que propone Sista Rastalina, una mujer que lleva tiempo de conocer los aires y las texturas de este ritmo afro desde sus épocas con una de las bandas femeninas pioneras en el país, Inity, y que con el paso de los años ha ido madurando su propuesta hasta darle el matiz deseado e iniciar el afianzamiento de la movida reggae de las mujeres en Colombia .

Entre rojos y naranjas sobresale el verde de Rastalina

No es muy compleja la puesta en escena, la sencillez y la cordialidad son las vértebras principales del uso del escenario, la voz nítida de Catalina Vargas -nombre de pila de Rastalina- se sumerge tranquilamente entre el wah wah de la guitarra, algunos pasajes funky del bajo y los soplos caribeños del saxo, y sus tonos pueden fácilmente colarse entre melodías pop o exigirse hacia las intensidades del soul. De forma relajada, con un manejo sereno y lineal de sus fraseos, y haciendo siempre el llamado a Jah, esta Sista fraterniza con el público sin mayor problema, sintonizando la armonía sin algarabía ni lluvia de aplausos, pero con la cualidad de hacer entrar en atmósfera a todos los escuchas.


Un disco en el mercado llamado Redención es el protagonista del repertorio en vivo, y logran desfilar por allí con suavidad feliz "Conquerin Lion" y "Sin Ti", o con un poco más de intensidad "Fuego Babylon"y uno de sus más prendidos y sociales, "El Poder", en menos de una hora de presentación que bastó para divulgar su palabra reggae en aquel hacinamiento de almas que gozaron sin aspavientos el flow llevadero y reposado de una Sista Rastalina que, envuelta en su sudadera verde dejaba asomar el color sonoro de la noche, puro Jamaica transmutado en Chapinero.

La nómina original del Dub Killer Combo

Después del sosegado espacio femenino de apertura, viene el plato fuerte de la noche con digestión auditiva explosiva y el Dub Killer Combo, un conjunto de corrientes que ponen a desfilar juntos al dance hall, drum & bass, ragga muffin y obviamente al reggae, de la mano de la creatividad compositiva de Manu 'El alguacil', líder discreto de esta 'orquesta' afromestiza que se ha sabido desenvolver en la modernidad y ha logrado un sonido muy original, fresco, intenso y bailable. El Dub Killer llega para castigar los parlantes del Natural Flow a punta de sabor y energía.

Ras Jahonnan, una de las alternativas ragga en vocales

Todos son uno solo, pero cada uno aporta su cuota de hechizo musical: el canto lírico y la guitarra con 'El alguacil' y las combinaciones de ragga en las voces de Ras Jahonnan y Binghi -quienes tienen grupos aparte del Dub Killer, Natural Selection y Voodoo Souljahs-, la percusión y el misticismo de Ras Piña que impone toda la filosofía reggae en el asunto, y el respaldo rítmico en bajo, batería y los oportunos scratches del DJ Iandi Riddim que calientan la rítmica. Lo curioso del asunto es que no contaban en su nómina de la noche con tres elementos importantes en su line-up, DJ Santo, el rapero Al.Roc y el baterista El Duque, sin embargo los Killer no desentonaron para nada y sus relevos hicieron bien la tarea. Pura candela.

Un 'Alguacil' bien Killer


En su mayoría, el llamado al salto y a la exaltación son los ingredientes del Combo para mantener despierto y atento a su público, la dinamita que imponen las gargantas ragga muffin de Binghi y Ras Jahonnan son constantes y aquel traqueteo de la batería de estilo drum & bass es imponente mientras la gente se retuerce en euforia colectiva; solo hay que escuchar su ya clásico "Huye", el siempre brincable "Balística" o el dinámico "One Love". Y algunos momentos de más consonancia mística gracias a aquellos paréntesis tan interesantes que ofrecen las intervenciones vocales de Ras Pina y los dub que igualmente envuelven el ambiente. O la soltura más cercana al dancehall con el tremendo "Dancehall Killas" o al flow latino con "Quiero amanecer".




Un calor de infierno paradisíaco, un escenario en el que no es suficiente soportar tanta energía y se derrite ante semejante potencia, un público que se asfixia de modo placentero en el incandescente suelo subterráneo de la disco del sábado, y los arrestos físicos que exhuman sus últimos cartuchos con el toque final del Dub Killer Combo y su arenga de "Todo va a estar mejor", confirman que la noche accidentada de un sexto día en alguna semana de julio se justifica para adentrarse en una aventura afro que convierte un proscenio diminuto en una congregación de muchas almas que se entregan a la inevitable seducción que producen las esencias rítmicas del reggae y sus vertientes. El mérito para Jah y su simiente. Y la consigna es continuar con la frase de cierre del Combo durante el toque 'Fuera de control, pero mañana todo va a estar mejor'.

13 jul 2010

QUE MUNDIAL TAN MOLUSCO!

Por más profecías, optimismos copiosos, estructura tecnológica de primera, asistencia masiva a los estadios y toda una parafernalia que promueve la fiebre mundialista en Sudáfrica, hay que declarar que el fútbol visto durante el mes del Jabulani fue parco, sin mayores lucimientos, sin figuras demasiado luminosas, y solamente vistoso en pasajes que fueron deleite de muchos gracias a momentos ofrecidos especialmente por selecciones como Alemania o Uruguay, y de forma progresiva con las escuadras finalistas. Un verano europeo que ansiaba la calidez de la pelota, pero se encontró con un ventarrón sudafricano impío que enfrío las percepciones de muchas piernas de millones de dólares en el mercado futbolístico.


Ya no va en la paella del domingo: El pulpo Paul es una celebridad

Y encima de todo, nos encontramos con un molusco listo para definir los partidos antes de su inicio, con el don de la clarividencia cefalópoda buscando involuntariamente convertirse en el botín de Oro de la competición, con sus tentáculos goleadores de adivinación categórica y un cerebro, que aunque pareciera falso, resultó ser el más acertado en cuanta suposición se hiciera sobre los resultados en los partidos en que participó su don divino, su don marino. Paul es la figura goleadora de ocho brazos que se roba el show desde Ciudad del Cabo hasta las Islas Sandwich.



Y más que brazo fue pierna la que se repartió a diestra y siniestra durante la inédita final de la Copa Mundo en que España y Holanda, sobrecargados en ansiedad por ganar su primera estrella, se dedicaron a hacer dotes de guayo karateca, de brazo castigador, de cabeza salvaje, y la disputa se refundió en un repertorio de hematomas provocados por la angustia de los minutos al no marcar un gol. Tal vez el cuadro más aterrador de la lucha fue la patada voladora que lanzó el aspirante a cinturón naranja Nigel De Jong a los pobres pulmones de Xabi Alonso. Sin contar las tretas marrulleras de un viejo lobo en las artes de la falta táctica, Mark Van Bommel, y el prontuario de tarjetas amarillas que en algunos momentos fueron innecesarias como la expulsión de Heitinga, y en otros fueron muy condescendientes como en el caso de De Jong. Además de un árbitro que se dejó llevar por la presión pública, la poca credibilidad de sus colegas en anteriores partidos y la búsqueda de protagonismo en una final sin ton ni son que benefició a los ibéricos.

La Copa habló en español, la Furia feliz de Casillas y su equipo

Y es que se puede hablar de pocos pasajes de interés en este último cotejo Mundialista: Comenzando por el acertado presagio de nuestro amigo Paul, que solo repartió tentáculo para recoger su comida y se vio muy inofensivo comparado con el nivel de violencia en la cancha de Johannesburgo; los cerrados esquemas de los dos equipos, que a veces nos daba la impresión de estar viendo un Italia Vs. Paraguay ultradefensivo; las nebulosas creativas de los volantes y el manejo enredado en mitad de cancha, donde el balón llegó en pocas ocasiones durante los primeros 90 minutos a las puertas de Casillas y Stekelenburg; la impotencia de Robben al no poder desbordarse y saber que los españoles le conocían las mañas desde su paso por el Real Madrid; la voluntad guerrera de siempre del 'Guaje' Villa que no le dio resultado en su búsqueda por la marca como goleador del Mundial, y su sorpresiva sustitución por parte de Del Bosque. Apenas unas pinceladas del toque de primera español en pasajes efímeros, y un tiempo extra un poco más animado cambió de modo leve la temperatura del partido, que explotó el termómetro con el gol de Iniesta y que enrojeció de alegría todas las calles del país ibérico, desatando la Furia más feliz en todo el planeta.


El gol de Lampard que nunca vio el árbitro Larrionda

Sin salir muy satisfecho con el desarrollo del juego a nivel general, se agrega el arbitraje inseguro de un Howard Webb que convirtió al equipo Naranja en un paquete Amarillo con la cantidad de tarjetas (fueron 13 en total para los dos bandos) y con decisiones poco acertadas en el castigo. Pero él no fue el único que sufrió la tarjeta roja de la crítica, se recuerda con poco cariño por parte de los ingleses el gol que nunca validó el uruguayo Larrionda en el encuentro de octavos de final entre los padres del fútbol y los mejores del torneo, donde Frank Lampard está pagando el karma del histórico gol del Mundial 66, que en aquel momento sí validaron. También está Roberto Rosetti que salió crucificado por su asistente de línea al no percatarse de un offside de Tévez en el partido de octavos entre manitos y gauchos, aquel error lo mandó a ver el Mundial en LCD con su mami y comer raviolis en Turín. Y por último, en fuera de lugar quedó el refereé de Malí Koman Coulibaly, que no atinó a aprobar el gol favorable a USA en el empate con Eslovenia en fase de grupos, que le hubiera dado la victoria a los americanos de la mano -o mejor de la pierna- de Maurice Edu. Tarjeta pálida para los árbitros del Mundial, que calentaron el debate del uso de la tecnología como apoyo para decisiones trascendentales dentro de los partidos. Tal vez si Blatter le consulta al amigo Paul sabrá cuál será la decisión más sabia...

La escuadra azzurri se despide temprano. Ciao.

Otro ingrediente es la caída de los grandes temprano y sin chance de redimirse (excepto España al caer ante Suiza, y a la postre coronarse campeón). El decepcionante novelón francés con un Domenech que esta vez no sirvió de comodín, un Ribery que no sirvió de mosquetero y una selección que cayó sin dignidad y ofreció un fútbol aburrido y sin propuesta, un castigo que debió pagar por haber clasificado con la mano de Henry. Los italianos, una vez más con ese gélido fútbol que compaginó bien con el clima en Cape Town y Nelspruit, cayeron eliminados en su última salida de primera fase ante Eslovaquia y solo se quedó Cannavaro en Sudáfrica para entregar la Copa. La Inglaterra de Capello pasó a segunda ronda, pero su propuesta se quedó entre la confusión y el desarraigo para finalmente ser vapuleados por una efectiva Alemania 4-1. La Portugal de Queiroz arrasó con la débil Corea del Norte, pero su parlamento goleador no fue efectivo con las otras selecciones y se fue para la casa en octavos sin ofrecer nada novedoso, y con Cristiano Ronaldo comprando pañalera en Ciudad del Cabo. Y finalmente las prometedoras selecciones de Argentina y Brasil, con plaga de figuras, terminaron desdibujadas en cuartos de final, y aunque su balance no es tan triste como el de las nombradas anteriormente, queda la reflexión: ¿Un triunfo lo hace un equipo lleno de figuras que juegan por su cuenta? ¿O un equipo que no tiene figuras pero actúa como una sola?


Pero no todo fue amargura, repartición de patada, fueras de lugar y estrellas fugaces que cayeron al paso de los minutos. Hubo un par de equipos que dieron gala de eficiencia y buen fútbol. Prácticamente pasa el año casi con honores la juvenil Alemania, que por cosas del oráculo no pasó a la final, y que demostró un juego asociado muy práctico, de contragolpe letal, de líneas bien paradas, de pulmones de acero y voluntad de guerrero sin necesidad de desmedirse en faltas, con bastiones en líneas de ataque como Ozil, Müeller y Schweinsteiger, con el respaldo oportuno de Klose y con la frialdad que se necesita para resolver encuentros, una efectividad brutal en el arco contrario y una seguridad aceptable en la parte de atrás. El aplauso mayor se lo lleva Alemania, el más equilibrado durante todo el campeonato, y a pesar de sus derrotas con Serbia y España, fue el más claro y categórico a la hora de rendir cuentas.


Videos tu.tv

La mano salvadora de Suárez. El penalty maldito de Gyan.


Por el lado suramericano el balance fue muy positivo al ver las cinco naciones superando la primera fase con fútbol ágil, con muchas estrellas en la cancha y con expectativas por doquier. La única que logró asomar cara en semifinales fue una aguerrida Uruguay, quien aprovechó el camino no tan escarpado para colarse entre las cuatro mejores del mundo y vivió los partidos más dramáticos e intensos de todo el torneo, iniciando en octavos con esa taquicardia provocada por la disputa ante Ghana -¡tremendo partido!- , continuando con la lucha incesante ante Holanda, -que ganó con un gol en offside, no tan notorio como otros-, y finalizando con un muy buen encuentro ante los alemanes que no les permitió alzarse con el bronce. Forlán y Suárez fueron los hombres decisivos ante el arco rival (el primero fue el botín de Oro en Sudáfrica y el segundo fue goleador y de paso su salvador al interponer su mano contra Ghana), mientras atrás estuvieron en procura de recuperar balones con Lugano en el liderazgo y el respaldo del guerrero Fucile, una celeste que superó toda expectativa y fue el premio a toda una vida de trabajo del técnico bonachón Washington Tabarez.

La dupla charrúa de zapato efectivo: Suárez y Forlán


Y pocos, pero hubo. Aparte de los apabullantes triunfos alemanes, hubo goles y pálpitos trashumantes. El encuentro entre Eslovenia y USA, que en el cartel resultaba de somnífero, resultó entretenido, con una recuperación notable de los americanos después de ir perdiendo 2-0 y con robo arbitral en el minuto 86 incluído debido a la anulación del gol de Edu. 2-2 final. Dramático y de apretar puños se hizo el enfrentamiento de Suiza y Chile, un cabezazo providencial de Mark González dio respiro a los australes y los puso a disputar los últimos minutos a punta de fuerza y pasión en Port Elizabeth. Y la eliminación italiana resultó ser enérgica y llena de goles, con un Vittek inspirado en una heroica Eslovaquia que doblegaba a la campeona del 2006 con un fútbol más práctico, un partido que se sufrió hasta la última instancia por lado y lado. Con polémica zanjada a partir del gol de Lampard, el juego de Inglaterra vs Alemania fue un tanto engañoso en el resultado 4-1, pero una muestra de fútbol rápido, sin tantos rodeos y en búsqueda del gol de forma constante, los de Low lo lograron, los de Capello no tanto. Y finalmente, los últimos encuentros de Uruguay -contra Ghana, Holanda y Alemania- fueron de toma y dame, corajudos, veloces, apasionantes y francos, y a pesar de no contar con un juego muy vistoso, se vio esa voluntad y esos momentos fulminantes, especialmente los zapatazos de Forlán, a la postre el jugador del Mundial.




















Zakumi pasó inadvertido ante el poder adivinatorio de Paul


Paul sigue siendo un misterio en su método de adivinación, pero fue efectivo como los alemanes ante las redes contrarias. De todos modos, la lógica del fútbol hablaba sobre una selección española favorita para dar la vuelta olímpica, que con todo y errores, logró posicionarse en la cima de la FIFA. El pulpo se encargó de salvar miles de pollas (aclaro que latinas, no españolas) y de generar dividendos a sus feligreses. La lógica vista en el 2010 se encargó de mostrar un balompié en estado de decadencia en el continente africano -salvo Costa de Marfil y Ghana, que pueden recuperar su prestigio- y de realzar el asiático, con Corea del Sur y Japón al frente. El pulpo no tuvo necesidad de hacer demasiado ruido para confirmar su comida favorita, y por tanto el resultado del partido que viniera. La lógica fue ensordecedora con aquellas trompas de elefante artificiales que en conjunto parecían un enjambre de avispas y que el mercado denominó vuvuzelas. Finalmente, este Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 coronó como rey a un animal que no dudó en sentenciar el destino de varias escuadras sugestionadas por unos insólitos tentáculos capaces de predecir resultados, y marginar al pobre leopardo Zakumi, que le tocó vivir el torneo desde el banco de las mascotas. Qué Mundial tan Molusco!

29 jun 2010

¿CON QUÉ SOÑABA KUROSAWA?

Lentas músicas pictóricas asoman con parsimonia ocho hermosos cuadros que alguna vez aparecieron en el subconsciente de almohada de un Akira que, como todos nosotros, también sueña. Son los Sueños de 1990 hechos película por parte de un representante japonés de gran valor en la cinematografía mundial.


El onirismo plasmado en la pantalla de sueños y pesadillas de un autor tan personal como Akira Kurosawa tiene que ser aplaudido varias veces, sus lienzos en movimiento son una viva muestra de un lente que da pinceladas de buen arte a ritmo pausado, sin apuro, y con toda la carga temática y audiovisual que requieren sus momentos en la película para comprometer al espectador y llevarlo a la emoción.

En el otoño de su carrera, el hombre de cine que venía de Tokio quiso hacer sus sueños realidad de celuloide y acoplarlos a un claro mensaje que tiene como propósito la reflexión ecológica, el aprecio del hombre por la tierra y el darse cuenta del daño que ha causado a esta, que más adelante muestra su consecuente venganza al sentir maltrato. Volcanes furiosos, tormentas inclementes y síndromes de post-guerra reflejan el eterno choque sostenido entre el hombre y la naturaleza, una lamentable contienda involuntaria de un hombre insensato y de un ambiente que no da su brazo a torcer e intenta pervivir a pesar del maltrato de su población.

En un juego de ir y venir de influencias de Occidente y de su tierra natal se ve rodeado de ayudas de los dos lados del mundo en ocho muestras de distinta índole, apoyado por la co-dirección de un Ishiro Honda famoso por sus monstruos Godzilla y sus superhéroes, la producción de un Steven Spielberg que lo admira -pero no sigue su estilo-, el aval de una compañía de efectos de George Lucas que materializa su mundo surreal, una fotografía impecable por parte de su acompañante Takao Saito quien vivió la gloria en los ochentas con el trabajo de 1985 Ran, y hasta un Martin Scorsese impulsado a la admiración del paisaje onírico en pinturas fílmicas y colabora como actor. La unión de dos mundos lista para hacernos soñar de deleite en pantalla grande.

La intimidante coreografía de los zorros del bosque

NIÑEZ MITOLÓGICA

Y en una especie de recorrido cronológico a través de estos Sueños, esta aventura visual inicia con "Llueve y Brilla el Sol", que en plena ambivalencia climática nos muestra un niño curioso que observa a través de la lluvia cálida la ceremonia matrimonial de unos zorros en el bosque, tema ligado a las leyendas japonesas. Pequeño entre la gigante espesura, frágil entre el poder musical y coreográfico de los personajes que ejecutan su rito, el niño aprecia con curiosidad la marcha sincronizada de las máscaras en el bosque en un magnífico compás de templanza y malicia, los kitsune o zorros se mueven con el rocío del arco iris de forma armónica hasta que descubren al diminuto fisgón y la intimidación es inmediata. La huída ingenua de la criatura es el abandono del suelo caliente de diluvio tenue para volver a casa y cumplir con un designio que no quiere consumar: En la puerta del hogar su madre le entrega una daga, cortesía de un zorro que quiere castigar su imprudencia, y debe suicidarse. El niño se ve condenado a morir con honor, pero prefiere terminar sus pasos refugiado en el arco iris, las flores coloridas del bosque tal vez tengan piedad de su indiscreción espontánea.

El entorno natural recreado a través de personajes míticos característicos de la cultura japonesa sigue reflejado en el segundo sueño, "El Huerto de los Duraznos". Otro niño, de misma pureza y congeniado con la naturaleza, sigue el rastro de una niña fantasmagórica que lo lleva al lugar de
origen de los duraznos en flor, que ha sido arrasado por la mano del humano sin piedad. Un verde vacío y escalonado es el escenario perfecto para la aparición de una corte real que juzga al niño por los errores del hombre, los duraznos en espíritu brindan una oportunidad de ver al infante una última vez el huerto vívido y esplendoroso: Una imponente coreografía de colores, movimientos y maquillajes crean un cuadro estupendo en un plano general que nos muestra un engranaje perfecto en la dirección, pura armonía entre todos los personajes que coreográficamente se desplazan en ese pesebre verde e invocan la vida que arrebató en algún momento la mano malvada de aquel lugar. La visión es maravillosa en la resurrección efímera de los duraznos en flor, el color salpica la pantalla con todo el preciosismo posible durante un instante. Pero los sueños sueños son, y la hostilidad de la tierra remueve aquel oasis paisajístico, queda apenas una esperanza, un solo duraznero que tal vez, invitando a la reflexión, nos deje disfrutar de su sabor un par de momentos más, antes del final.


El espíritu de las nieves perpetuas en plena tormenta

De un ámbito un tanto primaveral pasamos a un tosco espacio invernal en el siguiente sueño, "La Tormenta de Nieve", tratado visualmente en un gélido y nebuloso azul que peligrosamente se va acercando a un blanco impío y amenazante. Una tropa de montañistas ven que se va consumiendo su respiración en la niebla que estrangula sus esperanzas de llegar al campamento pronto, y todos deben caer rendidos ante el sueño mortífero de blanca desesperanza. Las agitaciones pulmonares de los actores son muy creíbles, el espectador se ahoga junto a su fatiga de buen diseño sonoro, el azul deja de ser pacífico y llama a la adversidad refundido en el frío intenso. Y viene la salvación, una vez más bajo el refugio de la mitología japonesa y el personaje de la Yuki-onna, que en dulzura camuflada quiere abrigar al líder de la expedición bajo su manto helado, en un hermoso cuadro musical que representa una especie de idilio invernal ante la mirada atónita del viajero, pero que se va transformando en algo macabro al revelar su verdadera naturaleza y mostrar su rostro de espíritu maligno de montes nevados y desaparecer bruscamente con los últimos rastros de la tormenta. El despertar es la consigna con el llamado de unas trompas triunfales para salvarse y finalmente, conquistar el campamento.


ADULTOS DE GUERRA

Poco a poco se abren entonces las marcas tristes que los Sueños revelaban a Kurosawa durante su vida, y aquí se toca un tema esencial en la historia del Japón que les afectó profundamente, la guerra. "El Túnel" es un camino hostil y peligroso, una estructura cóncava que invita a un oscuro destino mientras el caminante se desplaza con sus pasos de muerte en medio del panorama poco alentador, y un pastor alemán es la advertencia rabiosa de que algo macabro le puede esperar. Después de cruzar el túnel aparece un soldado maquillado de muerte mustia, esperanzado en regresar a la vida en una ruta que lo lleve a la luz de su lejana casa. El caminante lo reconoce como uno de los soldados de su antigua tropa de la que era capitán. El plano general de la distancia abismal entre el militar y la luz de la casa es evidente, aquella luz es el calor de la vida que alguna vez lo esperaba. Aparece luego el pelotón completo, una marcha danzante de espectros y fusiles que deambulan en la conciencia del capitán y lo obligan a sacudir su pasado. Es genial el dolor pálido que trae la imagen de la tropa completa que padece en la oscuridad del túnel esperando en una marcha eterna, zapateo que se cuela en la cabeza del caminante y que le exige enviar a su gente a un sitio donde sus almas puedan descansar. El perro siniestro despierta al hombre de aquella visión, hay un remordimiento rabioso al saber que envió a muchos ingenuos al camino de la muerte.

Una reproducción fiel del cuadro El Puente de Langlois

En la mitad de la película podemos admirar la vena artística que Akira nunca pudo explotar a través de la pintura, a pesar de que lo había intentado en su juventud, y ese desahogo bellísimo convertido en sueño de película es "Cuervos", el tributo a Vincent Van Gogh y uno de los más destacados Sueños a nivel audiovisual. Una exposición de arte del famoso pintor holandés hace vívida la experiencia de un aspirante a artista a través de sus cuadros, mientras busca conversar con el mutilado y carismático Vincent, interpretado por el mismo Martin Scorsese. El clímax visual es sobrenatural, con puestas en escena que recrean de forma magistral El Puente de Langlois y tantos otros brotes postimpresionistas que rodearon las caminatas del neurótico genio pictórico, campos de trigo excelsos que se desparraman en monumentales planos generales y se extasían de color, y en la ruta de la búsqueda del estudiante hacia Van Gogh se ven recursos geniales que mezclan bocetos y trabajos del artista con el estudiante en chroma, inquieto y fascinado con tanta belleza enfrente, y que finalizan su recorrido con el fatalista pero soberbio cuadro Campo de Trigo con Cuervos. En este Sueño, es más impresionante el trabajo audiovisual que el mismo parlamento de Van Gogh, y nos recalca el gusto que siempre tuvo Kurosawa por el óleo y los pinceles.

Después de semejante espectáculo de encanto visual, entramos a las pesadillas que produjo el tema más doloroso para la comunidad japonesa, la guerra nuclear y los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki. "El Fujiyama en Rojo" es una apología al holocausto nuclear y una venganza de la naturaleza en resentimiento por su maltrato. El rojo incandescente es el color furioso que predomina durante la erupción radiactiva que desemboca su cólera después de la manipulación nuclear de una planta contigua al monte más alto del Japón. El humo infestado de tóxico y muerte invade los cuerpos de los civiles, que desesperados se tiran al oceáno para huír. El recurso de los fondos impuestos, las maquetas y algunos juegos pirotécnicos son el apoyo para recrear el horror nuclear del momento, una persecución sin salida enmarcada en un rojo funesto, color de pesadilla que se confabula con el temblor de la cámara y crea esa atmósfera sin escape de esta parte del filme. Lo triste del asunto es que la pesadilla nunca provino del subconsciente, fue tan real como los 220.000 muertos en los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki en la segunda Guerra Mundial. Y contando...

¿Sobrevivientes? Desde luego, no todos murieron, pero viven consecuencias crudas, como en el siguiente sueño, "El Demonio que Llora", un dantesco cuadro que se remonta al erosionado y lastimado paisaje de la post-guerra, con un viajero perdido intentando encontrar algo de sosiego. Para su sorpresa se encuentra con uno de los seres que sobrevivió al ataque nuclear convertido en demonio, perturbado por las ondas radiactivas y sin ánimo de continuar su existencia, pero con la carga de una inmortalidad infeliz como castigo por desafiar la naturaleza. Los girasoles y dientes de león gigantescos son un angustioso retrato de la mutación, la tierra despojada de su esencia propone un apocalípsis venidero, y el descubrimiento del viajero del desespero y los lamentos diabólicos de los personajes que deambulan el paraje inhóspito crean malestar y miedo en el espectador, es un purgatorio donde las pobres almas no tienen otro camino que expresar su clamor a través de la rabia. Una pesadilla inquietante que logra recrear Kurosawa sin demasiados trucos, una buena locación, un par de maquetas y un maquillaje acertado, en conjunto con el miedo verosímil del viajero.

El cortejo fúnebre más feliz en la Aldea de Los Molinos de Agua

MADUREZ OPTIMISTA

Pero existe la esperanza. Y eso se comprueba en el último sueño, "La Aldea de los Molinos de Agua", un retrato idealista y hermoso de la vida a través del parlamento de un anciano que vive en un pueblo sin nombre. En medio de una magnífica estancia rodeada de casas de madera y molinos de agua, la conversación de un hombre citadino con el viejo habitante de la aldea nos invita a la reflexión. La tecnología, ¿Para qué? La luz solar es el regalo divino para trabajar en el día, el mejor transporte son los animales de carga, el combustible más efectivo es la leña, el reloj más exacto es el amanecer y el crepúsculo, la vida es más larga sin los artificios que ha creado la metrópolis, la respiración se hace más provechosa sin el smoke del tráfico y la vibración de los celulares. Un cortejo fúnebre de una mujer casi centenaria es el cierre de este sueño, una verdadera fiesta donde la muerte es un nuevo paso a otra vida después de haber existido provechosamente en la Tierra, y de nuevo, otra coreografía, esta vez dichosa, con algarabía ordenada, con felicidad encontrada en un territorio natural, en un lugar donde las corbatas, las bombas atómicas, los fusiles y las presiones de la vida moderna no existen. Un paisaje totalmente idílico y encantador.

Las visiones de este director japonés llevadas a gran pantalla son una perfecta justificación de su paso por este planeta y son una forma de contar la historia de su pueblo a través de aquellos juegos de subconsciente que atravesaron su almohada en algún momento. Además, van cicladas de modo ejemplar, comenzando por la niñez y los mitos y leyendas del bosque y otros paisajes, continuando con la adultez, el absurdo de la guerra y las secuelas que esta produjo, pasando por las influencias que se retroalimentan Oriente y Occidente (cabe anotar que Van Gogh fue un gran admirador del arte japonés, y que Kurosawa disfrutaba del cine occidental) y finalizando con el corte esperanzador que trae la vejez en el último pasaje, y el absoluto respeto que rinden todos los Sueños, sin excepción, por la Naturaleza. Lo que soñaba Kurosawa no es otra cosa que el mismo legado que ha transmitido su pueblo, sus penas, sus esperanzas, y la posible visión de un mundo mejor, y logró plasmarlo en hermosas pinceladas cinematográficas. Vale la pena soñar...