29 ago 2011

EL MUNDO DE SOFÍA... COPPOLA

Con sangre de celuloide destilando por sus poros, la niña Sofía siempre ha tenido un pensamiento muy visual, su ojo es un lente que capta lugares, situaciones y personajes desde una perspectiva muy cinematográfica. La neoyorquina con ascendencia italiana ya tiene bajo su mando cuatro largometrajes de buenos comentarios, de tratamientos fotográficos cuidadosos y con una situación temática común en la gran mayoría de sus personajes: Aburrimiento.

Con su padre y mentor, Francis Ford.

La niña consentida de Francis Ford Coppola siempre anda con una cámara en la mano y un bolígrafo en la otra. Pero también fue una niña exploradora delante de las Panavision y varios formatos de video. Ha logrado desfilar ante el lente como actriz en videoclips como "Deeper and Deeper" de Madonna y como gimnasta que se consagra en el delirante "Elektrobank" de The Chemical Brothers. Cambió de apellido italiano en la tercera entrega del Padrino (obviamente bajo la tutela de su papá) e incluso se dio el lujo de interactuar con especies de otros mundos en la Amenaza Fantasma de Star Wars. Sin embargo, estaba más dispuesta a seguir los pasos de su padre y tomar la cámara como herramienta para la dirección.


En sus tiempos de actriz de videoclips. Sofía la gimnasta.

A pesar de contar con grandes prebendas, la venia presupuestal para proyectos gracias a su apellido, y rodearse de la parafernalia hollywoodense que tanto puede atraer a los ajenos que no conocen su peso, Sofía tiene bajo sus escritos camuflada aquella apatía autobiográfica -así ella lo niegue- que narra el acceso infinito a un mundo material que carece de los grandes gozos del espíritu como el departir entre amigos o los lazos familiares cotidianos al que poca entrada tienen los que sufren el enorme peso de la fama. Si bien no todos sus personajes son vacíos y hondos, la gran mayoría están sujetos al desgano de vivir en el lugar al que no pertenecen y se ven obligados en buscar un escape de una realidad fatigosa y poco atractiva.

La primera muestra de hastío juvenil se viene con su ópera prima Las Vírgenes Suicidas (1999) basada en el libro de Jeffrey Eugenides que cuenta la historia de cinco hermanas que viven bajo la custodia sobreprotectora de una madre bastante ortodoxa y un padre distraído en el entorno de la clase media de Michigan en USA. Cinco jóvenes almas que sienten el agobio de una juventud incomprendida tal como lo manifiesta la menor de las hermanas Lisbon ante su psicólogo "Obviamente doctor nunca ha sido una niña de trece años". Adolescentes que adolecen de poca libertad y mucha cohibición en los setentas.


Ninguna rompe un plato. Pero podrían suicidarse.
Vírgenes Suicidas.


Es el primer manifiesto de aburrimiento ante un encierro obligado, un aislamiento social exagerado que las lleva a su destino final, el suicidio. Esa presión de no poder expresar sus pensamientos ante el mundo las hace provocadoras para quienes no pueden acceder a ellas. Sofía se encarga de bruñir con detalles visuales muy afrancesados la atmósfera, luces calientes, vintage setentero por doquier, música de Air que adorna con sutileza la triste visión de las niñas y un barrio empapado de ansiedad de chicos que tiemblan ante el cortejo y abren las pupilas de forma solapada para hablar de temas sexuales. Una pulcritud visual que exhibe una frustración temprana bajo una gran dirección de arte. El primer ejercicio de Sofía pasa el año con la compañía de su familia, la asesoría y producción ejecutiva de su padre Francis, el trabajo en la Segunda Unidad por parte de su hermano Roman y las pequeñas intervenciones ante cámara de sus primos. Sólo faltó Nicolas Cage.

El segundo experimento cinematográfico resultó todo un éxito. Esta vez Sofía se arriesgó a moverse en las entrañas de la cultura oriental y hacer un retrato divertido y ligeramente burlón de los pobladores nipones en Lost in Translation (2003) con Bill Murray y Scarlett Johansson como figuras estelares y donde explora el enajenamiento y el agobio de una vida vacía en un espacio extraño y sin mucho sentido. La palabra aburrimiento entra de nuevo al juego, pero esta vez desde una percepción más adulta.

Un vínculo posible en un universo imposible. Lost in Translation.

Un guión brillante que le valió un Oscar -y eso que El Señor de los Anillos le arrebató los dos galardones a Mejor Dirección y Película- y narra con exquisito ritmo, calmoso algunas veces, apresurado y resolutivo en otras, la historia de un actor americano que cumple compromisos comerciales en Tokyo pero no se conecta con nada, digiriendo a la fuerza una lengua extraña, un paisaje hermoso pero ajeno, unas costumbres infrecuentes y una comida poco afín a su paladar, demostrando en el poster promocional del film un total tedio sentado al borde de la cama sin expectativas. Hasta que comparte esa alienación con una compañera de hotel y logran escapar por algunos momentos de aquel peso existencial.

El recorrido por Tokyo es brillante, un videoclip que resalta y también se mofa de un Oriente colorido, ingenuo, tecnológico, maníaco, un tanto perverso y bastante pintoresco para un occidental. Es una cinta con aliento fresco y lozanía en toda su expresión, es el reverdecer visual en medio del invierno existencial, las luces incomprensibles y extrañas que saturan de color y vida, un amor estacionario que pasa fugazmente en un lugar tan ajeno pero tan universal como Japón. Las experiencias personales de los protagonistas por aparte los hace ver frustrados, agotados y extraviados (el santuario, los programas de TV, la interacción con japoneses) mientras que en mutua compañía logran enajenarse como niños felices sin ojos rasgados que navegan en medio de un lenguaje más cercano (el karaoke, la fiesta, el hospital, el bar y la habitación) y hacen de su vida un refugio más amigable.

Montaje vivo, fotografía fresca, turística, espacios abiertos y exploración de muchas costumbres niponas, hay un dinamismo que admira y detesta a través de los personajes, que se deslumbran y se aburren, que sonríen la imbecilidad de este prójimo y que se afligen ante su propia ignorancia de la cultura oriental, los dos forasteros son frágiles donnadies que están perdidos en un universo de aliens de ojos pequeños y color de periódico viejo que se divierten con la vanguardia tecnológica y les provocan algunas jaquecas por manejar una lengua impropia de sus conocimientos. Un paisaje decorado por un espléndido soundtrack que recoge acertadas melodías de Jesus and Mary Chain, Air, Phoenix y My Bloody Valentine entre otros.

Después del arrasante éxito de su segunda entrega, Sofía se desvía del camino actual y se transporta al siglo XVIII adaptando el libro de Antonia Fraser María Antonieta (2006) publicando una inusual visión de la época de Luis XV y el preludio a la Revolución Francesa. En esta ocasión tuvo que usar un arsenal de insumos para recrear la historia de la controvertida reina de Francia con una dedicada puesta en escena, extras, el Palacio de Versalles como locación principal, impecable dirección de arte y un excelente trabajo en vestuario que le significó un nuevo Oscar -aunque quien lo debe estar ostentando en alguna vitrina de su casa es la vestuarista Milena Canonero- todo bajo las principales tendencias de la moda en la era de Luis XVI como ingenuo rey de Francia.

Lujo contra el tedio. Marie Antoinette.

Entre tanta lentejuela y lujo goloso existe un vacío en la vida de la protagonista, la reina Maria Antonia Josepha Joanna (Kirsten Dunst). Y una vez más es el aburrimiento, el sentirse extraña en un país que en un inicio no le pertenece, pues sus orígenes son austríacos. Tanto metodismo para levantarse, para comer, para vivir la cotidianidad sofocante de la realeza, tanto vacío ante un esposo casi indiferente, esto la lleva al desahogo en el exceso de los placeres que le podría brindar la materia. Y comienza esa vida de rockstar que utiliza peinados estrafalarios, las últimas tendencias en vestiduras y calzado, banquetes y fiestas de máscaras patrocinados por los impuestos del pueblo y el despilfarro en abalorios opulentos y perendengues de una ostentación que parecía no tener fin. La frivolidad como predilección para gobernar.




Uno de los grandes atractivos de la cinta es el uso de new wave y post-punk dentro del soundtrack de esta aventura de corte histórico: Escuchar a Bow Wow Wow, Gang of Four o Adam & the Ants realzando la frenética forma de gastar las arcas reales es un placer exótico que satisface las mentes que aceptan ese tipo de fusiones que rompen con la tradición, hay momentos en videoclip que sustentan un reinado digno de cualquier princesita MTV, solo faltaría llamar a Paris Hilton a la corte. Para no castigar mucho el entorno Coppola también utiliza algunos pasajes de Vivaldi y Couperin y recrea algunas sutilezas monárquicas con tonos barrocos. Las contrapartes protocolarias y acartonadas en Palacio vienen por cortesía de la condesa de Noailles (Judy Davis) y el embajador Mercy (Steve Coogan). El encuentro entre la aristocracia y el delirio juvenil se fusionan de forma interesante en este tercer filme del mundo de Sofía.

El retorno a un formato más simple sin tanto perifollo fue la cuota de desahogo que trajo Somewhere (2010) tal vez la película más sosegada y menos ambiciosa de la directora americana hasta ahora. Retomando los problemas existenciales de Lost in Translation y transportándose a la vida en Los Angeles, vuelve a referenciar el enorme agujero que aflige al que lo tiene todo pero finalmente no recibe nada. La historia de un héroe de películas de acción que lleva puesta la máscara de éxito (Stephen Dorff), pero que vive la frustración de no contar con una realidad agradable y tener que rellenarla con distracciones mundanas y soporíferos planes que simplemente estiran el sentimiento de soledad.

La fama viene bien, con una buena compañía. Somewhere.

Un trabajo relajado de fotografía enfocado en planos fijos, un montaje reposado y una puesta en escena que tiene como centro el hotel Chateau Marmont son elementos que componen una atmósfera lenta en el film. Esta vez la música no ocupa un plano tan importante y se deja hablar al sonido ambiente, al silencio apabullante y al ruido del motor del Ferrari de Johnny Marco, el frustrado protagonista. Su vida adquiere algo de valor cuando aparece su hija y comparte con ella algunas hojas del almanaque, un escape a su torpe monotonía y un camino a la redención a través del arte difícil de la paternidad, y por allí aparece la música, especialmente en la escena compartida de la piscina y la voz de Julian Casablancas reconfortando el estado de las cosas con "I'll try Anything Once". Un poco de dulzura para el pesado paquete de la fama.

Algún curioso podría plantear que este parlamento escrito para cine es una especie de autobiografía, y podría verse allí una pequeña Sofía que acompaña a su padre famoso en las correrías y batiburrillos del cine, que sufre de aburrimiento al ver a su progenitor aburrido y que nunca está satisfecha con la fama. La misma Coppola lo desmiente, pero si uno conjuga las piezas temáticas de sus filmes, podría aproximarse a un universo marcado por la soledad, a un ligero desprecio por la fama y a un difícil acceso a una sociedad que vive la cotidianidad en la búsqueda de la supervivencia y la satisfacción de los placeres sencillos.



El principal factor común del mundo de Sofía es el Aburrimiento. Todos sus protagonistas viven hostigados con la presión de un mundo que no se mueve, que es estático, ajeno, poco propicio. Todos lo viven a su modo, a través del exceso de placer material, a través del exceso de etiquetas, a través del exceso de prejuicios en una sociedad conservadora, a través del desconocimiento del mundo. Lo curioso del asunto es que Sofia dirige con tanta serenidad y aplica sus escenas de modo tan dedicado y sosegado que jamás pareciera estar aburrida. Y su crew la adora.

Entran a acotación de las historias de Sofia los personajes fríos y un tanto imbéciles que rodean a los protagonistas. Siempre en el mundillo de la fama aparece alguien con un comentario estúpido o una actitud que poco aporta para ser más feliz. Desde la actriz Kelly en Lost in Translation quien habla sobre anorexias ajenas y desentona en karaokes, pasando por el amigo tonto y materialista de Johnny Marco en Somewhere, hasta las indiscretas jaranas y alcahueterías frívolas de la duquesa de Polignac en María Antonieta, siempre hay un elemento distractor que cuenta con la herramienta de la trivialidad para causar fastidio y ahondar el vacío en la vida de los protagonistas.




Los compañeros sentimentales de Sofía también han ayudado a definir su estilo. El desparpajo y la lucidez revolucionaria de su ex-esposo Spike Jonze son inspiradores en hacer una fresca y divertida imagen del Japón de Lost in Translation o de jugar con la herramienta del rock and roll para un período monárquico en Maria Antonieta. Por su parte, la pareja actual es el vocalista de la banda francesa Phoenix Thomas Mars, un recurrente participante en sus soundtracks y quien finalmente puso la mayor parte del oído en la selección de temas para Somewhere. Y quien la tiene viviendo en París, el paraíso europeo en el que reinó Luis XVI y donde se generaron las inquietudes de Coppola por las intrigas palaciegas y la vida en las cortes reales.


Esa delgada chica que anda por los 40s y camina despacio ha creado un mundo propio en el que las historias de crisis existenciales y presiones familiares, de parajes lejanos y en especial de muy dedicada fotografía y un oído selecto, la han convertido en una respetada escritora, directora y profesional del séptimo arte que ya se puede separar de la sombra del apellido de su padre y que posee la motivación a seguir explorando las facetas del ser humano -en especial la del tedio y el vacío- para consolidar ese microcosmos que tantos adeptos ha ganado y que la pantalla grande ha reconocido entre sus más frecuentes, el Mundo de Sofía... Coppola.



16 ago 2011

FUGEES- THE SCORE


Las fuertes disputas entre el gangsta rap de las dos costas americanas y el dominio póstumo en las listas de Tupac Shakur y Notorious B.I.G. marcan el panorama de mediados de los noventas dentro del género en América, con fugaces destellos en producciones del entonces jóven Nas o el de Wu-Tang Clan Ghostface Killah, pero siempre con aquella visión callejera, directa y rugosa que aglomeraba las líricas de paredes decoradas a bala, racismo que pasa de castaño a oscurísimo o mafias que alardean en descaro adinerado y tienen el poder como consigna. No tanta frescura se veía en el horizonte hasta que apareció The Score.

Zealots (Album Version) by Fugees on Grooveshark




Nueva Jersey está muy cerca de la costa más gangsta rap, New York, y tiene una gran influencia del estilo urbano, decidido y protestante que viene de la capital del mundo. Sin embargo, tres MCs optaron por suavizar la tendencia con menos velocidad, un flow más amable y unas letras más relajadas sin demeritar la búsqueda de conciencia en algunos pasajes. Lauryn Hill, Wyclef Jean y Pras Michel encontrarían sin demasiada pretensión la fórmula para el éxito global resguardados bajo el proyecto Fugees con un 1996 inolvidable y con la marca de ser el grupo más vendedor del género en su historia hasta entonces.

Un álbum de debut como precedente -Blunted on Reality de 1994- no les favorecía mucho ante el mercado, a pesar de contar con buenas herramientas vocales y la producción de un legendario Ronald Bell (Kool & The Gang). El representante de la disquera Ruffhouse Christ Schwartz creyó en ellos sin importar el resultado discreto de su primer trabajo y les brindó un avance de US135.000 y total libertad artística. Wyclef Jean invirtió en algunos equipos y adecuó el sótano de la casa de un tío para grabar el segundo LP. La atmósfera para los tres MCs no podía ser mejor: Intimidad, libertad para el fraseo desde el calor de una casa y empatía melódica entre una composición y otra, el Booga Basement -llamado así por Wyclef- resultó ser el lugar ideal para estos Refugiados de la música que encontraron la fórmula de la gloria.


La Trinidad ganadora del hip hop en los noventas, Fugees

¿En qué consistía la fórmula? Samples con mucho gancho comercial, edulcorar el beat con sonidos más cercanos al soul y la música caribeña, apaciguar las letras de tanto salvajismo pandillero y fantochería en cadenas de oro y utilizar covers como singles. Canciones como "Killing me Softly" o "No woman no Cry" rompieron con el termómetro de popularidad y les hicieron notables dueños del mainstream durante todo 1996, ventas con 18 millones de ejemplares en las casas de impúberes y canosos, de jóvenes con acné y amas de casa con olor a pancake, convirtiendo The Score en la perfecta conexión entre el hip hop y el pop. Fraseos bienvenidos al hogar.

Múltiples productores y voces participaron en el Marcador musical más ganador del hip hop. Manos oportunas como las de Jerry Duplesis, Salaam Remi o Shawn King, y gargantas benéficas como las de John Forté, Rah Digga o Diamond D fueron partícipes de este ganador de Grammys y regalías sinfín que tal vez fueron parte del tributo en el tema "How many Mics"que comenzaba a abrir el estilo lírico del trabajo, el orgullo de ser mejores MCs que otros, las constantes menciones de famosos y un flow lento pero consistente que envuelve al oído asistente: 'I'll have a label and make a deals with Tommy Mottola/Mommy always told me You're One in a Million'. Un discurso de búsqueda de triunfo, con muchos micrófonos que se quedan antes de llegar a meta, con muchas voces que les cuesta la cuesta del éxito. Esta vez escalan sin mayor problema tres MCs con muy buena fortuna.



Este orgullo negro y la pasión por desacreditar a sus detractores es intensa y febril en su primer sencillo "Fu-Gee-La", una bomba de hip hop pegajosa y vibrante con un especial tratamiento melódico en la rima donde el fraseo se convierte más en canto, el rapeo se camufla en un pop agradable y los samples de Ramsey Lewis (I don't want to be Right) y el coro extraído de Teena Marie (Ooh La La La) funcionan a la perfección. Aceptación global, ventas generosas y aunque no escaló listas hasta el tope -N 29 en USA, N 21 en UK- fue el aviso de que un gran monstruo asomaba para invadir las radios universales. Este tema fue incluído en tres versiones más por parte del Refugee Camp y Sly & Robbie, y aunque su calidad musical no demerita, son piezas prescindibles que no deberían empañar la solidez de las pistas que contiene The Score.

La efectividad del LP se resume en la atinada selección de las pistas y el reencauche de samples perfectos para dar un flow pegajoso que prolonga por horas su sonsonete en la memoria del escucha. Un ejemplo es el clásico "I only have eyes for You" de The Flamingos, que matiza de soul y reggae ese suave hip hop "Zealots", sin prisa, reminiscente y con un fraseo paulatino que en su letra propone la guerra de MCs y denuncia las composiciones gratuitas y las cacofonías de los falsos profetas del flow. Ese discurso de denuncia sutil se sostiene en pistas como "The Mask", fluída, fresca y con visos de R&B, que tiene observaciones metafóricas sobre la identidad de la gente, llamando a la conciencia sobre las verdaderas intenciones del prójimo: 'Yeah everybody wear the mask but how long will at last'. Junto al sample de "Nights in White satin" de Moody Blues, hay una identidad de hip hop saludable, blanco y gradual, que se cuela en el mundillo del pop sin problema.

Samples, covers. Elementos claves de éxito. Demostrado absolutamente con el segundo sencillo del trío, "Killing me Softly", una canción original de Roberta Flack que llama a las nostalgias del soft pop de los setentas y que se revitaliza con la capacidad vocal de Lauryn Hill y un par de arreglos que le dan toda la modernidad para conquistar el público anglófono y ser la canción estrella del álbum. Número Uno a ambos lados del Atlántico y Premio Grammy a mejor interpretación R&B es el referente directo a la música de Fugees: Fresca, oportunista (en el buen sentido de la palabra), accesible y bailable, un refresco lírico que guarda las balas y la rima violenta para dejarse llevar por la conectada combinación de voces. La más destacada sin discusión,Lauryn Hill, el poder femenino que controla sin apuros el flow más descarado del hip hop hasta los momentos más sublimes cercanos al soul como en "Killing me Softly". La morena oriunda de New Jersey ganaría mas adelante un reconocimiento inmortal con su Miseducation of Lauryn Hill, pero el primer paso ya estaba dado con esta contundente pieza que es primer motivo en los motores de búsqueda de internet y de charlas callejeras sobre Fugees.

La violencia no es motivo principal en las temáticas del trío pero no es la excepción y como grupo de hip hop que se respete debe guardar referencia sobre esta. La combinación que logra atenuar el color desafiante de las rimas es la música, aquellos ritmos suaves y llevaderos no ofenden al respetable y llaman incluso a aprenderse las estrofas. Sucede con el lento "The Beast" que sin urgencias habla y capta la atención de las autoridades en un reto metafórico donde descubrimos quién es la Bestia: 'You can't search me without probable cause/or that proper ammunition they call reasonable suspicion/Listen I bring friction to your whole jurisdiction'. El peligro, las balas y el abuso de poder también se mencionan en "Cowboys", 'Everyone wants to be a cowboy/Grab your guns boy Forty-five by my side No the nigger dies', un contundente golpe urbano que combina de modo exitoso los samples de una juguetona guitarra proveniente de Main Ingredient y su "Somethin Bout Love", la bailable percusión del "Soul Makossa" de Manu Dibango y los aires country de "The Gambler" de Kenny Rogers para compactarlos en una pieza poderosa, lenta pero vigorosa y con las colaboraciones vocales de Rah Digga, John Forté y Young Zee, quienes enriquecen el flow vaquero y divertido de Wyclef Jean y sus compañeros de refugio rapero.



Tal como en "Fu-Gee La", aplicar un sample y un extracto de coro fueron esenciales para el renombre de su tercer sencillo "Ready or Not". El fragmento coral del "Ready or not Here I come" de The Delfonics, y el famoso tema new age "Boadicea" de Enya fueron los componentes musicales de este tema aunque pasaron un par de dificultades legales, pues los Fugees no fueron cuidadosos con el copyright del sample de la cantante irlandesa y tuvieron que hacer un arreglo comercial después del lanzamiento del single; por fortuna la buena actitud del sahumerio, el reiki y la nueva era de Enya no estropeó los propósitos de ventas del trío de MCs. Otro par de samples camuflados bajo la pista, "Django" del Modern Jazz Quartet y el "God make me funky" de Headhunters pasaron sin problemas de aduana por la pista, y contribuyeron a un nuevo Número Uno en Inglaterra con este tercer sencillo y la consolidación de The Score como el álbum más vendedor del año y la posterior premiación en los Grammy como mejor álbum Rap.

El componente masculino que impone su firma con la fuerte influencia del afro es Wyclef Jean. Haitiano, ligado a sus raíces, amante del reggae, un hombre de flow particular que sabe acoplar muy bien su rima a los samples y scratches, es el colíder de la banda que se encargó de animar la fiesta con una selección apropiada de pistas y una voz afín al gusto rastafari. El último single que se desprende del disco es el cover de Bob Marley "No Woman no Cry", versión que demuestra el amor de Wyclef por el reggae y le brinda todo el protagonismo pero que no llegó a retumbar tanto en las radios como los anteriores singles. Sin embargo este pequeño tributo a la música bandera de Jamaica fue otro espaldarazo de ingenio que realzó las posibilidades rítmicas del álbum y de algún modo estimuló el futuro musical de Jean en sus posteriores producciones solistas como Carnival o Masquerade.

La tercera cuota de garantía lírica en Fugees no tuvo mayor notoriedad en medios pero su aporte fue importante. Samuel Prakazrel Michel -Pras- es el primo discreto de Wyclef Jean que tiene sangre haitiana pero nació en Brooklyn NY y relacionó a Lauryn con Jean para formar el grupo. Como elemento de enlace fue clave para comenzar a trabajar en el Blunted on Reality(1994) y la mayoría de las veces cerraba los fraseos de The Score con su voz grave y ceremonial. En producción también intervino e hizo parte de la selección de samples. Por ejemplo, la guitarra sosegada del "Dove" de Cymande aparece en el tema titular del álbum, un track sobrio con cierta oscuridad que le otorga una atmósfera mas callejera y triste, que habla del MC poderoso que no admite reniegos y posee el arma de la voz como elemento letal, reforzado por la participación de Diamond D en vocales quien no fue el único en colaborar en este trabajo. En "Family Business" intervienen John Forté y Omega, que también participan en una canción de ambiente sombrío cercano al ghetto neoyorquino, tal vez la de aire más underground dentro de la producción, un semblante más lúgubre con calle entre sus letras: 'Mi family tree consists of street refugees/A ghetto land, where we talk slang'.




El álbum cierra con "Manifest/Outro" (descontando las prescindibles versiones del "Fu-Gee La") que es el reflejo lírico puro de la evolución del grupo, de la tristeza anónima a la fama, de la pena a la redención a través de las vivencias callejeras: 'I saw death, I got scared, butterflies on my chest/ Father if possible, pass this cup before me/But it's too late I chose my destiny in Gethsemane'. Wyclef, con sentida guitarra y con un final bastante emotivo cierra con múltiples aplausos en sus agradecimientos grabados. Aunque como cuota de bonus track, en pleno sandwich de remixes de "Fu-Gee La" hay un pequeño corte de guitarra acústica de soul depresivo, "Mista Mista", dos minutos de desolación anfetamínica que promueven el no futuro y la desesperanza con la diminuta historia de un individuo que mendiga para conseguir un poco de droga; Wyclef en su faceta de soul más triste y perdido, que contrasta absolutamente con el perfil sobrio y movido de las canciones de The Score.

Ellos no claman al cielo. Ya saben que son estrellas.

El trío se lavó en metales preciosos con las ganancias del álbum y casi se ahoga en su propia fama después de haber publicado este fenómeno de ventas, pues la lucha de egos y la falta de trabajo en equipo los llevó al colapso y la consiguiente separación. Sin embargo, cada uno obtuvo reconocimientos personales en sus carreras por aparte. Lauryn se regocijó con el éxito Grammy de 1998 The Miseducation of Lauryn Hill, Wyclef con sus producciones solistas, su fundación para los niños Yéle Haití y su dúo con Shakira, y Pras con su incursión como actor y productor en Hollywood y su relativo éxito con Ghetto Supastar (1998). Un intento más como trinidad divina del rap dio luz en el 2005 con el single "Take it Easy" pero no le llegó ni a los talones al enorme hit que provocaron los Fugees en 1996, el Marcador más abultado de triunfos en la historia del hip hop, que hoy día sigue sonando y marcando regalías sin parar, la Puntuación más alta, la Partitura más notable, o sencillamente, The Score.