14 sept 2013

ALICE COOPER- LOVE IT TO DEATH


El mundo ya no era hippie. Venían tiempos eclécticos y la gente se debatía entre la rudeza y energía del hard rock y el virtuosismo y fantasía del rock progresivo. A comienzos de los setentas, entre  la pólvora de Vietnam, el final de The Beatles y las andanzas de Harry el Sucio comienza a definirse el sonido de una de las bandas representativas del rock duro de la escena americana. No contaban con el frenesí virtuoso de Led Zeppelin; no tenían vocales ni guitarras tan exuberantes como Deep Purple; no eran tan glamorosos como T-Rex. Pero aprovecharon influencias progresivas de  Frank Zappa y teatrales de Genesis, para apropiarse de una identidad contundente, llena de espectáculo y provocadora bajo el nombre de Alice Cooper.

Su nombre indicaba el andar de un individuo. Pero habían otros nombres que encarnaban un solo sonido. Vincent Fournier su líder en vocales y armónica -que a la postre adoptaría el nombre del grupo en su proyecto solista-, Glen Buxton y Michael Bruce empoderados de las guitarras, Denis Dunaway marcando el bajo y Neal Smith como dueño de las baquetas. Desde Detroit para el mundo, hicieron dos intentos discográficos para surgir en popularidad bajo el sello de Frank Zappa, Straight. Pero sus dotes primarias no les alcanzaron para el triunfo.

Black Juju by Alice Cooper on Grooveshark

LA TRANSICIÓN AL DESQUICIO

Easy Action (1970), su segunda placa, conformaba una amalgama psicodélica influenciada por los tiempos de Pink Floyd con Syd Barrett, además de traer esquirlas del sonido Zappa por su relación con el sello de este músico, más un poco de sonidos duros con tendencia glam. Como punto negativo, la relación con su productor David Briggs no era la mejor y a pesar de no tener un mal producto, no cautivaban los oídos de la audiencia. La teatralidad siniestra, un sonido más agreste y la llegada providencial del productor Bob Ezrin los salvarían del fracaso comercial.

Pendenciero de la escena, lleno de accesorios siniestros como sillas eléctricas, guillotinas, camisas de fuerza, maquillajes extravagantes y desquicio corporal y vocal, fueron plus para crecer en audiencia. Había llegado Love it To Death (1971) bajo la estampa de Bob Ezrin con un sonido más claro, alejado de la psicodelia y agarrado de un rock and roll sin prejuicio, guitarrero y juguetón, en el último chance de Straight Records por emanar un poco de gloria. Con algunas venias del glam venía su lado más oscuro y escandaloso que acabaría por definirse como shock rock. Era la hora de amar a este sujeto espeluznante hasta la muerte.


 

A pesar de verse como un peligroso sujeto para la sociedad, los primeros riffs del LP son rock vigoroso que bien podría hacer parte del setlist de un artista glam. "I caught in a dream"es puro vinilo de punteos lentos y chillones, melodías accesibles y prestas para el cabeceo sutil, puro desparpajo juvenil 'I need everything the world owes me/ I tell that to myself and agree'. Lo juvenil se sostiene en su más grande éxito del disco, "I'm eighteen", su clásico de rock duro y armónica que grita a los cuatro vientos la libertad de los 18, pero la absoluta incertidumbre del futuro. Ese molde de actitud rockera llegó al #21 de listas en USA y ha tenido sinnúmero de covers, desde Anthrax hasta Creed. Para completar su simpatía con los tonos glam suena "Is it my Body", con una estructura básica efectiva y sólida, mientras Alice en su lírica canta que es la estrella que todos aman, pero no sabe porqué. Estas tres canciones son el reflejo del triunfo juvenil (Cooper contaba con 23 años) con el único objetivo de vivir el rock and roll.

EL PICANTE HORROROSO

Necesitaba capturar público, y allí se encontraba la herramienta aterradora de sus shows. Como complemento usaba indirectas líricas contra la religión y cierto fatalismo que le brindaba picante horroroso a su potente directo. "Long Way to Go"es tal vez la canción más fiel al hard rock de la época, con poderosos riffs  y un trabajo impecable de Buxton y Bruce en las cuerdas, allí se iban revelando las pullas místicas 'Where is the saviour of the sidewalk life/ and the road that takes us to the crusades'. Luego de buscar un salvador, Neal Smith le compone a Cooper el manifiesto redentor en "Hallowed be my name" de órgano y lírica licenciosa, con visos a Zappa pero tonalidad más oscura y perdonando a los penitentes, 'Come all you sinners/ Come now in your glory and my ears will listen/ To your dirty stories'. En una batería de marcha fúnebre suena la preapocalíptica "Second Coming" con una voz lastimera y un rock con pequeñas influencias progresivas y un carácter de oscuridad que llama a las postrimerías de la existencia del mundo, mientras un piano acongojado finaliza con un llamado al terror más pronunciado.

Rock con horror. La banda Alice Cooper.

Si se quiere oscuridad, vamos a lo más Dark de Cooper. Una revelación tenebrosa ofrece "Black Juju" compuesta por Denis Dunaway y aderezada por unos teclados sombríos de Bob Ezrin, un viaje de nueve minutos por los rincones más oscuros y post-psicodélicos del disco, que bien pueden recorrer momentos Doors y otros Sabbath, en un impactante grito listo para mostrar el pavor en escena, 'A melody black, flowed out my breath/ Searching for death, but bodies need rest'. Para complementar aquel paisaje negro sin retorno, hay que escuchar un demente tema disfrazado de lullaby. "Ballad of Dwight Fry"comienza con una inocente voz infantil en búsqueda de su padre y luego viene un Alice que parece bien intencionado en esta tonada, pero con el pasar de los minutos se desgarra su voz y comienza a revelarse un personaje perturbado mentalmente en seis minutos de insania inclemente que quiere liberarse con el famoso grito de sus  shows esquizofrénicos 'I gotta get out of here'. El verdadero Dwight Frye fue un actor de filmes de terror  en los treinta (Drácula, Frankenstein) quien sería el catalizador de semejante demencia musical.

 


El disco cierra con un inusual cover que borra su locura oscura. Desde 1961 viene "Sun Arise"original de Rolf Harris, que en comparación al resto del álbum es un inocente himno boyscout, que contrasta de modo brutal con su estética. A pesar de este extraño desacierto, Love it To Death no deja de causar una buena impresión. La banda y Ezrin lograron imprimir un aire más hard a su repertorio, aderezarlo con toques glam y compactarlo con una buena dosis de histrionismo terrorífico, que los haría célebres completando con la trilogía con Killer (1971) School's Out (1972) y Billion Dollar Babies (1973). Vale la pena destacar que los sonidos más completos y sinceros pudieron salir de este lineup original y que, muy a pesar del éxito solista de Alice, nunca volvería a sonar igual. Por eso, los fans setenteros de la banda, no van a dejar de amar este trabajo, hasta la muerte.