25 ene 2014

LA PESTILENCIA- LA MUERTE...UN COMPROMISO DE TODOS




Desmontemos esta farsa. Desde tiempo atrás la juventud colombiana a través de la música se quiso manifestar contra el engranaje político del país, logrando un acento especial en la década del ochenta, con la confluencia del punk y el metal como métodos de denuncia y con un epicentro especial como Medellín. ¿Porqué esta ciudad? Sencillamente porque el apogeo del narcotráfico, el nacimiento del sicariato y los latigazos de la violencia tuvieron mayor repercusión en esta zona, con el dominio de Pablo Escobar y sus bombas terroristas, y un gobierno de Virgilio Barco confundido y apaleado por los métodos horrorosos del sistema narco. Las juventudes paisas necesitaban desahogarse a través de sus voces.

Así  empezó a desarrollarse la generación del No Futuro, jóvenes sin esperanzas que despotricaban contra el sistema y el supuesto desarrollo económico que encontraban en el punk el refugio para vomitar su inconformidad. Se crearon bandas de culto provenientes de las comunas de las clases populares que con el tiempo dejarían himnos protestantes: Complot, Restos de Tragedia, I.R.A. o Mierda son algunos de los que harían parte de la lista autodestructiva que reforzaría el mensaje de denuncia y que pondrían ante el cassette la memoria de una época oscura. Entre estas mentes inquietas y discrepantes se encontraba el paisa Dilson Díaz, quien decidió buscar gente para armar una banda y sacudirse de tanta miseria con un poco de ruido.




UN COMPROMISO PESTILENTE

Entre Medellín y Bogotá surgió la fetidez musical de La Pestilencia. Dilson llegó a la capital en 1983 y conoció al bajista Hector Buitrago con quien comenzaron a ensamblar un gran desastre sonoro, no sin antes convocar a Francisco Nieto en las guitarras y a Jorge León Pineda en los 'tarros', primero haciendo covers de hardcore y luego creando composiciones propias. El asunto interesante se forja en que los primeros sonidos Pestilentes, aunque rústicos, son contundentes y logran crear una convergencia entre el punk, el hardcore, el thrash metal y el grindcore, gracias al vértigo sinvergüenza de los instrumentos y los cambios inusitados en los tonos de voz por parte de Dilson. Lograría engendrarse uno de los discos colombianos claves en la época.

Héctor Buitrago en compromiso con la Peste. Futuro Aterciopelado.

La Muerte...Un Compromiso de Todos se grabó en Bogotá en 1988 con la venia en la producción de uno de los grandes nombres en el rock nacional, Arturo Astudillo (Los Flippers) y el apoyo de Guillermo Noriega, impregnando de 18 fragancias apestosas la primera placa de la banda. Todo un manifiesto de denuncia social donde el oyente puede sacudir el cuerpo entre sicarios, hambruna, bombas terroristas y recicladores. El impacto no se hizo esperar y fue especialmente en Medellín (ciudad punkera por excelencia en los ochentas) donde existió aquella recepción que poco a poco iría convirtiendo La Muerte en un disco de culto y uno de los más emblemáticos del hardcore punk en Colombia.


LA BRUTALIDAD COMO PROTESTA

Los blancos temáticos siempre se dieron en tono de protesta. No hay quien se salve en este memorial de agravios contra el país. Los rugidos de las guitarras ásperas, gruesas y apocalípticas dan aviso desde el primer tema "La Ciencia de la Autodestrucción", épico grito que advierte sobre los perjuicios de la era nuclear y que tiene una de las líneas de aquella generación más coreadas en todos sus conciertos, 'Futuro nunca habrá/Futuro nunca ha habido/En este mundo que está perdido'. Guerra musical contra guerra armamentista. En "Destrucción y Muerte" se asoma la guturalidad podrida de Dilson que contribuye a crear un paisaje devastador con aires de death metal en la melodía y los tambores de Pineda listos para reventar, mientras la pesadez va recorriendo una canción absolutamente belicosa. Un conflicto sin solución que se sigue planteando en "Sangre por Sangre"donde el sacrificio de los soldados es una lucha vana y el combate se convierte en un círculo vicioso lleno de víctimas. Un poco de brutalidad melódica para combatir la brutalidad humana.

Olé by La Pestilencia on Grooveshark


Si se habla de brutalidad, hay que tocar el tema de la brutalidad policíaca. Este combo de cuatro, como buenos amantes del punk también son buenos detractores de la ley. Uno de los temas más controvertidos del álbum es "Sicarios" que tiene triple interpretación. Al inicio del tema el sonido de la moto y los disparos nos remiten de inmediato a los jóvenes asesinos al servicio del Cartel de Medellín, 'Tienen armas y poder/Nos vienen a aniquilar'. De otro modo parecería dedicado a las bandas paramilitares formadas a finales de los ochenta y que refiere a la masacre de Segovia en 1988, perpetrada bajo las ordenes de los Castaño 'Segovia la mejor esquina/ Víctimas de la guerra sucia'. Pero también se refiere al organismo policial que comete desmanes contra la población civil 'SiCAIros, Comando de Asesinos Inmediatos'. Parece ser una Non Sancta Trinidad mencionada en un solo tema que desangra al país a su modo. Para continuar despotricando contra la autoridad, en un sucio hardcore con cambios de ritmo critican sin prejuicio a la policía en "Tercos", 'Cuáles son los cerdos/Son títeres de verde'. Independientemente del bando cualquier organismo armado solo puede generar repugnancia a partir de sus denuncias cantadas.

PESTILENCIA MUSICAL


La queja social es la constante del disco desde muchos flancos. La desigualdad es un inevitable tópico donde estos muchachos de guturalidad devastadora se sirven del hardcore para panfletear. "Condición Infrahumana" es una impía denuncia que los instrumentos y la voz van acelerando en un
viaje a la miseria y el hambre. Aquella podredumbre entre la lírica y lo instrumental se hace más pestilente en un tema como "Cartoneros" donde la bestialidad melódica nos sumerge en un paisaje desolador y los recicladores se mezclan con los desechos para dar de comer a sus hijos. Del disco es sin duda una de las piezas más difíciles de digerir, casi gore, con la guitarra de Francisco Nieto despotricando desde un botadero a velocidades ininteligibles. Pestilencia musical.

Generalmente la culpa ya tiene dueño en las canciones de la Peste. La clase política y los gremios empresariales se llevan los principales abucheos sonoros durante el álbum. "Sed de Poder", uno de sus clásicos en vivo, es una dedicatoria a estos ambiciosos exprimidores de capital en un hardcore presto para el pogo, 'Rompes y violas para poder calmar tu sed de poder'. Para acabar con esta maquinaria hay un llamado del bajo de Hector Buitrago a través de "Desmontemos esta farsa", armonías sucias pero atractivas que con cambios de ritmo constantes buscan la movilización con el pogo y la rebelión popular. Para completar el cuadro queda el corto pero furioso instrumental "Los Bribones perderán el Sueño", espinoso y bailable, listo para quitarle el sueño a quien se le atraviese especialmente si es político.

***Hector Buitrago, Francisco Nieto, Jorge León Pineda y Dilson Díaz en 1988. Archivo personal Jorge León Pineda.


ANARQUÍA ES LA SOLUCIÓN

Y contra la maquinaria, solo se puede hacer un llamado al desorden. 'Anarquía es la solución' se grita  en "Fango", uno de los grandes clásicos de su discografía que tiene la misma rítmica del "Evil" de The 4-Skins y se proclama como uno de los temas punks insignia en Colombia. Los himnos anárquicos continúan con otra joyita pestilente de su repertorio, "Vive tu Vida" una de las canciones más coreadas en Rock al Parque en su historia y tal vez la menos sucia del LP en su rítmica, manifiesto de la libre expresión, 'Basta de ser manipulados/Reacciona, sé tu mismo'. La Santísima Trinidad del Desarraigo Pestilente se completa con el corto, liberador y categórico "No"y su 'No queremos ley ni queremos religión/No queremos ya esa puta represión'. Contundente tripleta que hoy por hoy son grandes clásicos de concierto.

 

Para seguir cambiando la mentalidad del oyente y caminar al margen de las convenciones sale al ruedo "Los mitos se acaban", un interesante tema que se mueve entre el hardcore y el thrash y quiere desmentir la religión, elimina las figuras de Dios y Satanás y solo deja como consigna el libre albedrío y la búsqueda de la supervivencia. Otro tema que sale al ruedo de modo magnífico es "Olé" una poderosa pieza antitaurina con tonos de flamenco que describe todo el paisaje sangriento que ofrece la arena de la plaza y se declara enemiga del torero, 'Ojalá el próximo toro te saque las tripas'. Posteriormente se vería a la Pestilencia en una postura activista que defiende los derechos de los animales y participaría en varias obras benéficas en pro de estos seres vivos.

El sonido de La Pestilencia es sinónimo de brutalidad. Brutalidad policíaca, brutalidad humana, brutalidad musical.  "Metástasis Cancerosa" y "Apatía" refuerzan ese concepto con sendas descargas de ferocidad incomprensible, prestas para moldear el caos. Aquella brutalidad se vio plasmada especialmente en esta primera placa del grupo, que paulatinamente iría bajando las revoluciones hasta finalmente desprenderse de esa idea con propuestas más accesibles en álbums como Balística (2001) y Productos Desaparecidos (2005). Dilson tomaría la bandera Pestilente hasta nuestros días y el resto de la formación original tomaría rumbos divergentes: Héctor Buitrago se convertiría en pieza clave del rock colombiano con Aterciopelados, Francisco Nieto haría lo propio con el metal y el rock dejando huella con Neurosis y La Derecha y Jorge León Pineda, luego de intentarlo con el pop de Estrato Social se dejaría llevar por las melodías celestiales de Dios. A pesar de los caminos divididos y de las diferencias en sus pretensiones, esta formación original y La Muerte...Un Compromiso de Todos fueron los únicos que lograron un nivel tal de barbarie armónica que marcó el camino de muchas bandas que ayudaron a conformar un sistema de denuncia musical y quisieron atreverse a ser más feroces para ser oídos. Ninguno llegó a su nivel en la época, pues como lo escupió Dilson en "La Pestilencia" 'La Pestilencia es el reflejo de la sociedad'. Y lo sigue siendo.