17 feb 2014

JOHN PRINE- JOHN PRINE


El folk es una cosa, el country es otra. Pero su mestizaje es parte interesante del repertorio musical de la historia americana. Y a comienzos de la década del setenta, luego del esplendor de Bob Dylan y su escandalosa adaptación de un folk con guitarra eléctrica y matices rocanroleros, de la sublimación de Crosby, Stills, Nash and Young con lindas armonías pero el aderezo rock, de las osadías de Gram Parsons con los Byrds y la apertura a un country más juvenil, también aparecían liristas listos con guitarra en mano que estaban listos para contar sinnúmero de historias refundidos entre el folklore americano y con cierta cercanía a la modernidad.

Entre aquella amalgama de compositores que contaban historias íntimas sin tanto artificio, agarrados de seis cuerdas y brindando un matiz más emotivo al country y al folk de la época se encontraba el jovencito John Prine, proveniente de Illinois, con experiencia como cartero y soldado, pero con la convicción de haber nacido para contar relatos cantados. La desesperanza vista con humor, la melancolía entintada de sonrisa, las paradojas de la vida camufladas en versos astutos, lo de Prine era una revelación compositiva hasta el punto de ser comparada con los manifiestos de Bob Dylan y ser catalogado como su digno sucesor.



PRINE COUNTRY, PRINE FOLK

Su voz evocadora con cierta nasalidad fue complaciente con los oídos del ídolo country Kris Kristofferson quien dio impulso a su carrera. Aquella relación lo llevó a grabar en Memphis su álbum debut en 1971. Su comienzo no fue nada alentador a la hora de las utilidades económicas, pero el paso de los días logró compensar su relativo fracaso comercial. Sin pensarlo, John Prine se convirtió en una de las piezas más inspiradoras y relevantes dentro de la atmósfera musical americana y ese primer golpe de 13 canciones hoy en día sigue siendo esencial en el setlist de sus conciertos, con varias de sus canciones originales convertidas en versiones exitosas de otros artistas y como grandes referentes del universo estadounidense. Siempre a través de la ingeniosa composición basada en la anécdota, en la lírica poderosa que lograba magnetizar al oyente.

Aunque su esencia era el folk, este autotitulado debut estaba untado de country hasta los poros. Con la producción de Arif Mardin (Carly Simon, Aretha Franklin) su sonido encajó en la ruralidad pura, con algunos coqueteos de rock y una pizca de blues. Su pieza inicial parece evocación folk, pero poco a poco se hace campirana; "Illegal Smile" exhibe las cuerdas acústicas en la hierba, aunque a ciencia cierta no se sabe a cual cuando su discurso comienza a hablar de escapes mentales y liberaciones de rutina a través de medios sugestivos, 'But fortunately I have the key to escape reality/And you may see me tonight with an illegal smile'. Pero de la cara amable de la alucinación pasamos a la más dramática en "Sam Stone", el durísimo relato de un veterano de guerra drogadicto, 'There's a hole in daddy's arm/Where all the money goes'. Las líneas contundentes de Prine a veces desbordan el sarcasmo y en otras llegan a la profundidad bella en su forma de escribir. Lo que hace que canciones como "Sam Stone" inspiren a artistas como Roger Waters o Spiritualized, y que nos dejen un amplio espacio para la reflexión.

Cuerdas que cuentan historias: John Prine.

UN CUENTERO CAMPIRANO

El cantautor se vale del cuento cantado para enganchar al oyente. Mas que sus cuerdas, sus violines, su voz evocadora, el poder de su música está basado en sus historias. Canción de bar al son de unos tragos puede ser "Spanish Pipedream", con cuerdas eléctricas campiranas que nos llevan a una conversación entre un soldado y una stripper quien le aconseja hacer un hogar decente y encontrar a Jesús, en una dicotomía interesante entre la malicia y la inocencia. Del bar nos vamos al café donde el desamor es el aroma del lugar en "Far from Me", un country lento y dolido que habla del rompimiento, de un mañana sin amor mientras las guitarras berrean con melancolía. Con los mismos tonos de cuerdas eléctricas pero distinta intención temática se presenta "Donald and Lydia", una ranchera a la americana en donde el amor es un anhelo y en lugar del desencuentro su propósito es la búsqueda, un imaginario romántico desde la perspectiva de una mujer. En estas tres canciones Prine navega por las aguas del amor desde distintos matices, fabricando paisajes de deseo, de despecho o de romanticismo.

La zona existencialista es factor común en la impronta de John. Uno de los temas que más se acerca al vacío de la vida es la vejez, que el cantautor expone con maestría. "Hello in There" es un country folk desgarrado, acústico y rural. La soledad, la inutilidad y la indiferencia de las nuevas generaciones es el categórico discurso del vacío en esta compungida pieza, 'Old people just grow lonesome/Waiting for someone to say Hello in there, hello'. Aquel paisaje desierto se vuelve a entonar en otro personaje con menos edad pero las mismas preocupaciones en "Angel from Montgomery", una mujer adulta a quien le pesan los años y busca la liberación, 'Just give me one thing that I can hold on to/To believe in this living is just a hard way to go'. Este tema existencial se refuerza con el órgano de Bobby Emmons y se camufla fácilmente entre el folk, el country y un ápice de rock.  Tanto "Hello in There" como "Angel from Montgomery" son referencias directas a versiones de otros artistas donde se cuentan Bonnie Raitt, Carly Simon, Bette Midler, John Mayer, Joan Baez, entre otros.

Prine y Goodman. Dos amigos que se dan cuerda.


CAMINANTE REFLEXIVO

Una de las razones de peso para que Prine se ganara el respeto de la audiencia es su tono de denuncia. Composiciones melancólicas que guardan líneas de protesta, que maltratan el estilo de vida americano. Los violines son campesinos inconformes folk en "Paradise", un marco histórico de la minería de carbón en un pueblito de Green River, Kentucky, donde su propio padre fue un involuntario participante del maltrato a la tierra 'They dug for their coal till the land was forsaken/Then they wrote it all down as the progress of man'. Aparte del tema social, también se sentía inconforme con la guerra sinsentido que se vivía en Vietnam, "Your flag Decal won't get you into Heaven anymore" es un country protesta, es un folk acalorado, un country folk antibélico que se ha convertido en una especie de manifiesto atemporal para cualquier estúpida guerra en el planeta, 'We're already overcrowded from your little dirty war'. Cualquier presidente americano con ínfulas nacionalistas puede ser comidilla de esta canción.

Si bien el álbum se enmarca en esos tonos raizales y absorbe todo el country posible, las posibilidades sonoras del rock se logran colar en algunos pasajes. Especialmente cuando John Prine quiere salir al camino, llenar de polvo sus botas y andar por el territorio como un poeta errante. "Pretty Good" es su canción más rocanrolera, gruesa y vigorosa, con la acertada ayuda en las cuerdas de Reggie Young (músico de sesión de Elvis Presley y JJ Cale entre otros). No tan agreste pero si con desenfado se desarrolla "Quiet Man" con el apoyo del órgano y la despreocupación como consigna, donde se vive al día sin mayor afán que el de caminar con sus canciones al hombro. Aquella compilación de andanzas, recuerdos y rutas que se quedan atrás se completa en "Flashback Blues", de violines alegres y un diálogo divertido entre las cuerdas de John Prine y Steve Goodman, uno de sus principales colaboradores en varias sesiones de estudio.



Entre el folk, el country y el rock. Entre la intimidad, la evocación y la denuncia. Entre la crítica perspicaz y el retrato conmovedor. "Six O'Clock News" logra tocar varios de estos aspectos en un acústico recorrido por la vida de un hijo ilegítimo que termina en suicidio y una posterior añoranza de su madre 'C'mon baby spend the night with me'. Con esa tonalidad sentida o con una marca lírica más laxa se podía desenvolver John Prine, una gran virtud donde el amplio abanico de anécdotas escritas enriquece su prontuario y por tanto, logra ganarse la deferencia de su público. Pero esa variedad en composición y musicalidad siempre estuvo concentrada en las raíces, en el interior de la vida americana y en el interés por destilar reflexiones a partir de historias de vida. John Prine es un sólido álbum debut, atractivo para los viejos amantes del country, sublime para los jóvenes amantes del folk de entonces, interesante para los observadores musicales de todas las épocas, y especialmente perdurable gracias a sus modos de dar vida a las letras hechas canciones.