16 feb 2015

SED DE HUMANO: NYMPHOMANIAC, DE LARS VON TRIER


La última entrega de la Trilogía de la Depresión de Lars Von Trier confirma su carácter iconoclasta, ávido de rebelarse y con una absoluta fijación en la figura femenina como punto de partida para romper su imagen frágil y engrandecerla, así los temas sean de censura o repudio. Nymphomaniac es un manifiesto rebelde que obliga a plantearse varias reflexiones sobre la sexualidad y la posición social de la mujer en la actualidad, que se desviste visualmente sin prejuicios acercándose sin miedo al porno y que, en medio del delirio libidinoso, va haciendo un recorrido por varios referentes culturales, religiosos y sociales que se entrelazan con el relato para comenzar a confrontar el instinto y la razón bajo una misma línea. La sed de humano entra en acción.
A Lars Von Trier no lo callan las cintas.
MEA MÁXIMA VULVA

Un hombre maduro de carácter solitario encuentra una mujer golpeada en un callejón, la auxilia y lleva a su casa. Es el inicio de una larga conversación donde se va revelando la personalidad de Joe, una ninfómana que ha explorado varios universos sexuales posibles para encontrar el placer. La escritura de Von Trier se encarga de crear un equilibrio entre la erudición y la aberración, acotando comentarios de tono académico por parte del hombre a cada aventura lubricante de la mujer. Mientras poco a poco vamos notando una actitud asexuada por parte del hombre maduro llamado Seligman, progresivamente vamos conociendo como Joe va despedazando las fronteras del delirio y va adoptando nuevas costumbres y prácticas para obtener su satisfacción sexual.
Placeres académicos. Entre el instinto y la razón.
El diálogo entre los dos personajes comienza a crear una extraña simbiosis metafórica, llena de símbolos y figuras que asocian el acto sexual con referencias literarias, políticas o religiosas. El líquido va a ser un personaje silencioso pero clave, siempre materializado en agua, sangre, semen o flujo vaginal; el inicio de Joe como cazadora de penes se va a asemejar con apartes del libro El Gran Pescador de Izaak Walton y su pesca con mosca; los coitos van a tener un placer metódico, suavizado y 'academizado' por las matemáticas y la secuencia Fibonacci; los orgasmos espontáneos van a ser tan grandilocuentes como un éxtasis religioso y van a tener visiones que terminarán siendo desmentidas por figuras como La Gran Perra de Babilonia o la ninfómana Mesalina. La película es todo un recorrido de metáforas concupiscentes, envueltas en un paquete de sapiencia que suavizan el instinto imparable de Joe por el sexo.


'EL INGREDIENTE SECRETO DEL SEXO ES EL AMOR'

Joe es una ninfómana declarada, dispuesta a todo y con todos, sin ningún tipo de prejuicios. Su complacencia vaginal desfila por pasillos de trenes y pasajeros con penes anónimos, lubrica a través de su dolor emocional, goza en silencio mientras destruye hogares y hombres de falos y corazones ansiosos, se rebusca en los delirios del castigo físico, el sexo interracial y las experiencias lésbicas con carácter maternal. Pero, como todo adicto, no logra encontrar techo en ninguna experiencia después de probarla varias veces. El amor pareciera ser la solución, la batalla en la que el pálpito cardíaco derrotara a la frotación pélvica. Conocer a Jerome, el hombre de su vida, podría apaciguar su sed de múltiples lactantes voluntarios. De algún modo lo logra, por un tiempo. Es allí donde Von Trier cuestiona los logros del amor, punto climático para un buen sexo en pareja, pero que se va resquebrajando a medida que el tiempo y los flujos se comienzan a hacer monótonos. El sexo con amor es funcional y deleitoso para una pareja convencional, pero ¿Lo es con una adicta al sexo? ¿Qué pasa cuando el ingrediente secreto no funciona?
Stacy Martin, saciando su sed de humano.
Parte del ingrediente secreto de la credibilidad de la cinta se lo llevan las comprometidas interpretaciones de Joe en sus dos etapas: La primera por Stacy Martin, una especie de lolita malvada que cuenta con la sed ilimitada de penetraciones y aventuras clandestinas, en un 'formato sexual' convencional, donde hasta ahora su ansiedad puede ser satisfecha con métodos conocidos. La segunda etapa la interpreta Charlotte Gainsbourg, activa participante en películas anteriores de Von Trier, de convicción callada, suave narración pero mente retorcida que atraviesa la línea divisoria de la sexualidad y practica métodos poco ortodoxos para lograr atiborrar su vagina de líquido saciador.


DEL CANTUS FIRMUS A LA POLIFONÍA

Los diálogos entre Joe y Seligman (Stellan Skarsgard) son construidos con una pluma cargada de densidad y credibilidad en simultánea, que confrontan la experiencia instintiva con el razonamiento académico, en algunos momentos con pesadez innecesaria, en otros con atinadas reflexiones dignas de aplicar en sexología. Una de las teorías más interesantes es la suma de las experiencias sexuales que logran componer la polifonía musical. Mientras Seligman desglosa los componentes polifónicos en tres, Joe asimila este aprendizaje y lo adapta al sexo donde encuentra las tres voces perfectas ensambladas en 1) el amante paternal, protector y complaciente 2) el amante dominante, ágil y de instinto acentuado, casi animal y 3) el comprometido, cariñoso y cómplice, que a la postre es el verdadero amor. Con apartes de este tono se comienza a apreciar el guión de Von Trier como un manifiesto de la sexología con matices muy creíbles. No obstante su escritura se diluye en otros pasajes de talante fantasioso y poco creíble, donde no sabemos si nos sumergimos en una historia biográfica real, o un cuento pervertido de hadas. De todos modos el director y guionista se logra lavar las manos con su pluma y justifica el relato de Joe cuando increpa a Seligman y lo confronta, haciéndolo aceptar su historia como interesante, sin importar si proviene de la fantasía o la veracidad.

La polifonía que acompaña los sonidos de Nymphomaniac es de corte clásico y sinfónico. Los patrocinadores de la líbido incontenible provienen de la mojigata época de Bach, Mozart, Beethoven, Mozart o Händel. Sus tempos solemnes son inspiración para los furtivos y públicos encuentros genitales, sus crescendos contribuyen a múltiples orgasmos y sus andantes logran crear el contraste entre la llenura sexual y el vacío emocional. Salvo unos cuantos pasajes modernos de Rammstein, Steppenwolf o Talking Heads, las notas del filme son ceremoniosas y sinfónicas. Vale la pena anotar el atinado  y lubricante cover de "Hey Joe" de Hendrix, interpretado por Charlotte Gainsbourg en los créditos finales del filme.


'NO SOY COMO USTEDES'

Lars Von Trier es diferente. Punzante, iconoclasta, contestatario, inconforme. Un fabricante profuso de personajes maquiavélicos, disfuncionales y confundidos. El co-creador del Dogma 95, rompedor en propuestas visuales, desequilibrante en las propuestas temáticas. Nymphomaniac no es la excepción. Sin tener el suntuoso tratamiento fotográfico que cargó consigo en Melancolía o Anticristo, esta vez su propuesta es más escueta, en la que respeta el tratamiento tradicional de plano contraplano y lo combina con sus acostumbrados encuadres temblorosos y su herencia Dogma. Sin embargo, no escatima en autocensuras y le da rienda libre al plano explícito, escenas fuertes de blowjobs y penetraciones, penes y vaginas dispuestos a dejarse criticar en Festivales internacionales, poses, latigazos y viscosidades al servicio de la pantalla, la mayoría interpretados por actores porno y después superpuestos en composición digital. Toda la parafernalia genital acompañada de metraje de archivo, lleno de imágenes históricas, naturales o contemplativas que a modo documental se ruedan junto a las teorías intelectuales de Seligman. Una especie de art porn creado para incomodar. Pero también para reflexionar.
Charlotte Gainsbourg, en su papel más osado.
Al igual que Von Trier, Joe no es como muchos de nosotros. Su postura de ninfómana es radical, orgullosa y emancipada. La gran diferencia con el gran porcentaje de aficionados, fetichistas y practicantes de alguna tendencia sexual considerada aberrante es que Joe lo reconoce y sabe cuáles son sus alcances. Es un modo de reivindicar aquella imagen perversa de quien siente esos impulsos, y traslada esa mirada del hospital o el tribunal hacia la calle y le imprime ciudadanía a la adicción sexual. La frustrante figura del enfermo sexual desaparece y asume las consecuencias de su pasión. Las asume sabiendo que el daño que infringe a los demás puede ser grave, pero no le importa. 'No puedo ser yo sin destruir algunas cosas', dice Joe. Hogares, corazones, lealtades, hombres. La destrucción va de la mano con su adicción, aquel placer devastador camina por los pasillos del sexo sin prejuicio, sin moral, sin remordimientos. Daña a la humanidad sin engañarla, porque ha declarado su libertad sin mentirle, porque bien ha declarado Joe 'Las cualidades humanas pueden ser expresadas en una sola palabra: Hipocresía'.


Nymphomaniac Official Trailer from Zentropa on Vimeo.


La película defiende abiertamente la postura de adicto sexual, y en contrapeso hace estaciones en temas reflexivos como la familia, la maternidad, la lealtad y la autoestima. Pero Nymphomaniac no le puede dar mucho tiempo a la razón por más que Seligman le intente dar una apariencia académica al sexo. El instinto prima, la necesidad del líquido orgásmico prima, el placer prima, la sed de humano prima ante todas las cosas porque sencillamente una ninfómana requiere de su cuerpo saciado para ser feliz. Y al fin al cabo, para ser feliz simplemente hay que realizar lo que uno gusta.  Y Joe lo expresa sin filosofar demasiado, 'Todo lo que quiero es ser llenada'.