21 may 2015

MADONNA - MUSIC


Para un artista musical recibir un nuevo siglo debe ser sinónimo de cambio, de reinvención. La llegada del 2000 hizo que Madonna cumpliera con esa consigna y que lograra una vez más hacer alarde de una capacidad creativa y un despliegue escénico que la tendría de nuevo en la cúspide, acostumbrado sitio de visita para la estadounidense. El reciente éxito de Ray of Light (1998) parecía ambientar un lugar similar en su siguiente creación de la mano del productor William Orbit y sus estructuras techno. Sin embargo, la Reina del Pop fue inconforme y se lanzó al riesgo. De nuevo. Y consiguió el triunfo. De nuevo.

MIRWAIS, EL FERMENTADOR DE BEATS

Para conseguir aquella mudanza a nuevos sonidos fue necesaria la aparición de un productor clave en el proceso, quien le brindó todas las herramientas para convertir ese álbum en puro veneno electrónico: Mirwais, el franco-afgano especialista en fermentar los beats y convertirlos en bailes de malicia psicodélica y abusos del amperaje para complacencia de los amantes de la fiesta. Una Madonna angloparlante y un Mirwais anglófono no pudieron cruzar mayor palabra a través de sus bocas, entonces tuvieron que recurrir al lenguaje de la música y entrar en sinergia para germinar el sonido de la Reina del Pop en el 2000, empacado en un LP de 10 canciones con el título más sencillo posible: Music.

Mirwais, el culpable del éxito.

La elaboración progresiva y los sonidos techno cuidadosos de Orbit se hicieron a un lado, no obstante este pudo trabajar un par de canciones. Mirwais se encargó de sacarle el jugo más ácido a sus máquinas y contaminar en el modo más bailable todas las texturas y acordes con recursos efectistas, melodías sintéticas atrevidas y con un pronunciado lado cyber, además de transmutar las voces de Madonna en vocoders de momentos robóticos, baile futurista para el Y2K. Diez días después de lanzado, Music ya contaba con 4 millones de copias vendidas, Madonna contaba con un embarazo de su segundo hijo y 42 años cumplidos, pero con el cuerpo y la garganta decididos a conquistar el nuevo milenio.


MEDIA HUMANIDAD BAILANDO

El primer sencillo fue el sello que estampó para la nueva década la consolidación de la cantante como Reina del Pop. "Music" fue un sonido nuevo. Caprichoso, funky, sexy, ácido, travieso. Inmediato #1 en muchos países y un fenómeno de recepción crítica y económica. Gusanitos electrónicos sin mayor velocidad salieron de las máquinas de Mirwais y pusieron a bailar a media humanidad bajo el estandarte de la música como lenguaje universal; 'Music mix the bourgeoise with the rebel', homenajea Madonna a su instrumento de trabajo y de paso hace la extraña pero efectiva mezcla de cowboy, rapper y raver en una sola canción, con un videoclip donde el look se ciñe a los estándares del Oeste, el vehículo se acerca a las cláusulas del rapero gangster y la música se abraza con la electrónica fiestera del nuevo milenio, con un chofer invitado irreverente y cáustico como Ali G y con una atmósfera de fiesta interminable que le regaló a la Reina el record de tener una canción #1 en tres décadas distintas.

Para que la fiesta continúe es necesario seguir contando con aquel beat malicioso. "Impressive Instant" es un manifiesto de melodías llenas de bacteria electrónica directamente del andamiaje de Mirwais Ahmadzai. Vocoders, zancudos digitales, distorsiones y artificios tecnológicos descarados nos traen esta pieza contaminante con la voz de la Ciccone impregnada de tonos robóticos, que parece celebrar un amor a primera vista del año 3000. Igualmente bailable pero menos futurista llega otra fiesta por parte del productor antagónico, William Orbit. "Runaway Lover" es una de las mínimas secuelas que pudo dejar el paso de Ray of Light por este álbum, con un tono más techno, organismos y texturas más elaboradas y una velocidad perseguidora que parece querer atrapar algún vestigio de los 90s que acaban de morir, mientras Madonna va matando amores del pasado inoportunos e indeseables.


INDULGENCIAS ROMÁNTICAS

Music es un álbum de balance biográfico para Madonna. Busca redimir sus errores del pasado, pasar la página y ser esposa, madre, pero ante todo, mujer. Una vida amorosa agitada que parece apaciguarse al lado del director de cine británico Guy Ritchie, y un embarazo (que disimuló muy bien durante la promoción de su álbum) que la incita por momentos a reflexionar sobre sus años de bullicio juvenil. "I Deserve It" es la primera balada que aparece en el álbum, una lentitud pop que se mece entre lo acústico de las guitarras y lo galáctico del universo Mirwais, que con melancolía simple la lleva a meditar sobre el club de corazones que dejó atrás, 'Many hearts many years have unraveled/ Leading up to today'. Esa parsimonia meditabunda se repite en tonos desacelerados en "Gone", buscando una próxima renovación y dejando atrás los traspiés de un posible pasado ingrato. Esa renovación sería absoluta en el 2005 con la llegada de aquel monstruo en LP llamado Confessions on a Dancefloor.

                                               

Madonna es indulgente con el amor en las letras de Music y busca la reparación de víctimas románticas en su vida, cede ante el sentimiento sin mayores concesiones. Donde hace notar su debilidad por los latidos con mayor concentración es en "Amazing", que la muestra vulnerable, amorosa y entregada, en un track hermano de "Beautiful Stranger" muy similar en su melodía, pero con una construcción más eficiente bajo la producción de Orbit. La rendición de cuentas sentimentales no para ahí. "Nobody's Perfect" es un trip efectista espeso y lento que reconoce sus fallas de pareja y que busca redimirse con la disculpa y la cabeza gacha diciendo 'I'm doing my best'  entre vocoders, susurros y synths que maúllan y ronronean bajo el mando de Mirwais. Para terminar de infligirse ese castigo lírico llega el íntimo trip de "Paradise (Not for me)", ácida melancolía con versos en francés, lamentos en inglés, videoclips en japonés y tristeza envuelta en un trip hop universal que sufre de un corazón desencajado por las jugadas amorosas del pasado.


LA VOLUNTAD DE LA REINA

A pesar de los golpes del corazón y una vida marital que busca establecerse, la Reina del Pop siempre tendrá una excusa para emanciparse. Como reina que se respete, su voluntad es mandato. Para completar el descaro de su poder, logra concebir una de las piezas más originales de su carrera con "Don't Tell Me", su segundo single, una especie de country electrónico de vaqueros digitales y roast beefs urbanos, guitarras campiranas fragmentadas sobre una capa de beats confeccionados bajo la genial iniciativa de su productor francoafgano  y un reencauche lírico proveniente del cuñado de Madonna Joe Henry, que le ayudó a liberarse un poco, 'Tell me love isn't true/ Is just something that we do'. Este tema contribuyó a promover una imagen de Music aprovisionada de jeans, botas texanas, sombreros y arena, que finalmente dominaron temas de carátula y promoción.

A Madonna hay que quitársele el sombrero. Don't Tell Me.

Para confirmar aquella rebeldía y espíritu libre aparece la canción más madura y sofisticada del álbum, "What it Feels like for a Girl", alejada de las dinámicas techno de Orbit y de los jugueteos ácidos de Mirwais. Bajo la producción de Guy Sigsworth y Mark 'Spike' Stent las texturas cambian, el registro vocal de Madonna se desnuda de forma impecable y los artificios bajan la guardia para ceder espacio a un pop bien hecho. La vocalista demuestra sus dotes con un discurso igualitario, desafiante, desmintiendo la teoría del sexo débil, 'Strong inside but you don't know it/ Good little girls they never show it'. Para reforzar el tema  acude a un intro hablado de Charlotte Gainsbourg de la película The Cement Garden (1993) donde dice que las chicas se ven bien vestidas como hombres, pero los chicos se ven 'degradantes' vestidos como chicas. La furia reivindicadora de Madonna salta a la vista con el video de la canción dirigido por Guy Ritchie, donde se despacha en vandálicas represalias contra el sexo masculino y comete toda clase de desafueros en su auto para mostrar un sexo fuerte. De allí se extrajo una versión trance de Above and Beyond y en su gira Drowned World haría un show del tema con visos latinos cantado en español.

                                                     

La llegada del 2000 aplaudió a Madonna desde las cajas registradoras y las revistas musicales. Su arriesgado cambio fue efectivo, colorido y novedoso. Regresó  con un álbum al Top 1 en listas Billboard desde su Like a Prayer (1989). La hizo acreedora de cinco nominaciones al Grammy. Un gran éxito, inesperado bajo la expectativa del riesgo. Aunque a comparación del resto de su trayectoria, Music fue un trabajo preocupado en las estructuras tecnológicas y le cedió poco terreno a las virtudes vocales de la artista, donde se nota más inorgánica que en cualquiera de sus apariciones. El vocoder juguetón fue un arma de doble filo donde le brindó picante a las piezas bailables, pero la despojó de total intimidad, y aquellos zancudos sonoros digitales de Mirwais si bien son innovadores, en exceso pueden llegar a ser pesados. Sin embargo, Music cumple con la consigna de los álbums memorables, pues juega a la modernidad (en un año que lo requería con premura), es entretenido, propone atrevidas melodías ("Don't Tell Me" es su bandera) y juega con interesantes métodos de producción. Pero tal vez el factor más valioso de Madonna en su discografía es la búsqueda, esa inquieta sensación de no repetirse, de darle cabida a la innovación, lo que le sigue brindando una indiscutible calificación como Reina del Pop.