4 mar 2016

MAURICE WHITE, EL ELEMENTO CLAVE


Espíritu. Palabra que se ondea junto a a bandera musical de Earth,Wind and Fire, el proyecto liderado por el inmenso Maurice White, del que su nombre no es objeto común de búsqueda, pero es la omnipresencia de un ensamble que logró conjugar el mayor sabor de la música negra americana  de los setentas con puestas en escena llenas de magia, luces, vestuario pero sobre todo, un positivismo ritual que impregnó todos sus discos y shows. Aquella presencia física nos ha dejado a comienzos de 2016. Pero su Espíritu se hace más fuerte.


El mundo de la música generalmente va de la mano con historias de vida, presencias líricas frontales de la tragedia, expresiones de protesta social, anarquía juvenil o simplemente despilfarro y goce pagano. Tal vez ningún grupo tenga la onda de hambre optimista que siempre estuvo al servicio de Earth, Wind and Fire. Una dosis de espiritualidad jovial que nunca cayó en la etiqueta religiosa y que siempre pugnó por una vida saludable al son de la fiesta. El Memphis natal de Maurice White le enseñó que los cantos gospel de su abuela Elvira y la concepción de un Creador poderoso lo iban a guiar a transmitir un mensaje a través de su música. La idea era camuflar aquel misticismo en un disfraz de juerga virtuosa y exaltación escénica.


KALIMBA STORY

Africa. La raíz, el llamado ancestral, la inquietud por la percusión. 'My whole thing is rhythm' dijo White y lo demostró en Chicago a través de sus baquetas cómplices de los sonidos de Etta James, Muddy Waters, The Impressions, Buddy Guy, entre otros, quienes le brindaron la confianza para soltarse en la amalgama musical negra y fortalecer sus vínculos con el blues, el jazz y el soul. Pero fue el fecundo pianista Ramsey Lewis quien le aportó soltura necesaria para mostrarse en su Trío durante el segundo lustro de los sesentas, y que de paso le presentaría su futura amante por décadas, la kalimba (instrumento de percusión africano originalmente llamado Mbira), instrumento que haría las delicias de propios y ajenos en la discografía del grupo de los Tres Elementos.

Maurice White, en sus tiempos de Ramsey Lewis Trio.

El reconocimiento se vio más viable en Los Angeles. Y allí se le aparecieron con la venia del éxito. Earth, Wind and Fire se hacía presente con su propuesta mística, con su descarga ventilada de buenas vibraciones y con una convicción nacida de lo emocional, 'La música es un proceso creativo que proviene del corazón', afirmaba White. Junto a sus hermanos Verdine y Fred, y una comitiva especial de individuos que transpiraban música conformó su proyecto, acompañado del falsetto sensible de Philip Bailey y una sección de vientos robusta en color. Una trayectoria que inició en 1971 con un álbum homónimo, y que trascendió con placas vitales como That's the Way of the World (1975), I Am (1979), o Raise! (1981).


UN GENIO SIN EXCESO

La vibración positiva era la sensación a irrigar desde tarima. No tenían nada que envidiarle a los estruendos soberbios de Kiss, a la parafernalia del glam o a la arquitectura magnífica de Pink Floyd. La demostración en escena de EWF era una suite de sudor láser, ilusiones ópticas, coreografías entusiastas, pirámides mágicas, aliens disparando y músicos levitando, todo bajo el comando de un Maurice que parecía tener baterías recargables para un decenio, envuelto en su traje de psicodelia mística, cargado de un discurso extraído del libro The Laws of Success, provisto de un arraigo por Africa y las pirámides de Egipto casi obsesivo,  y llevando como amuleto camuflado la figura de Dios entre símbolos y señales en el escenario. Lo más sorprendente, bajo ningún influjo alucinógeno, donde las armas secretas eran entusiasmo desbordado, horas de sueño de rigor y un par de vitaminas. Un genio sin exceso.

El elemento estelar de Earth, Wind and Fire

Los arreglos, la escritura, la interpretación de instrumentos, la labor de frontman, la producción. Maurice White no solo brindó dádivas cerebrales a su grupo consentido, sino que junto a  Charles Stepney conformaron una llave como productores que hizo su nombre respetable; pasaron por Kalimba Productions Deniece Williams, The Emotions, Barbra Streisand, Atlantic Starr, el mismo Ramsey Lewis, entre otros. Y aprovechando la pausa de su banda durante los ochentas lanzó su disco solista homónimo en 1985 con el cual tuvo un pequeño lapso de brillo para su nombre con el cover de Ben E. King "Stand by me" y el tema "I need you". Sin embargo, nunca le prestó atención al veneno de la fama y su nombre como solista mantuvo un perfil moderado, sobrio y bajo criterio respetable.


No existirá un "September" más lleno de amor groovy; no hay invitación más saludable a la fiesta que "Let's Groove"; no hay un tema Disco más infestado de Soul que "Boogie Wonderland"; no hay sonrisa más reluciente que "Shining Star". No es casual vender más de 90 millones de ejemplares de su discografía, ganar 9 Grammys y tener el aplauso al unísono de la crítica y el público. Detrás de aquel esplendor sonoro siempre estuvo el paciente, místico y entusiasta Maurice White, quien siempre abogó por una imagen desprovista de razas, religiones o estratos para cantarle a una sola Humanidad y que promulgó la idea de un universo donde la gente se inspirara a través del pensamiento reflejado de Earth, Wind and Fire. No hay duda que, de estos tres Elementos, White fue la clave del equilibrio. Gratitude para la estrella más brillante de aquella constelación musical.